Por Yulia Avdeeva.
Esta entrevista a Zuel fue publicada por la revista rusa de danza del vientre «Oriental» en septiembre 2011. Reproducimos la traducción tras habernos concedido los permisos de publicación.
«La magia, la fuerza, el hipnotismo, el arte, la pasión… De esta manera las mujeres describen sus sentimientos ante las actuaciones del hermoso bailarín español Zuel. El más conocido bailarín hombre de danza oriental en el sur de Europa tiene a sus espaldas una importante educación teatral, ha desarrollado un interesante método terapéutico de enseñanza, ha organizado un inusual festival de danza oriental y sigue comprometido en la popular revista de Internet Añil, sobre la que reseñamos en nuestro último número.
Zuel ha hablado, especialmente para los lectores de nuestra revista, acerca de las posibilidades de la danza oriental, acerca de lo que piensa de su popularidad con las mujeres, el por qué a menudo danza con el torso desnudo y sobre cuán sensible puede ser el alma de un hombre fuerte.»
Zuel, usted es un hombre atractivo con una energía fuerte. ¿Qué ocurre con las mujeres cuando ven un espectáculo suyo? ¿Cómo reacciona ante tantas admiradoras?
Al principio me sorprendía que el público, sobre todo femenino, me animara tanto cuando salía al escenario. Con el tiempo he comprendido que eso forma parte de la emoción de ver a un hombre bailar. A la mayoría de los hombres españoles les cuesta bailar. Normalmente en las fiestas las mujeres son las que primero se animan a salir a bailar y el hecho de ver a un hombre bailando impacta y provoca euforia. Pero lo bonito es cuando esa locura se puede transformar en admiración por el arte y la belleza. No soy un sex symbol, soy artista, y como artista tengo la responsabilidad de hacer que el público tenga sentimientos nobles.
¿Qué significa para usted bailar?
Bailar es libertad. Y esto no es un tópico. Bailando danza oriental te desbloqueas y el cuerpo se siente libre. Y si el cuerpo está libre, las emociones se liberan. Bailar es lo más parecido a ser libre.
¿Quién ejerció más influencia en su educación durante la infancia, su padre o su madre? ¿Existen raíces artísticas en su familia? ¿Sus padres tienen relación con el baile?
Un día antes de que yo naciera mi madre llevó a mi hermano al circo. Luego, cuando yo tenía tres años quería ser payaso, trabajar en un circo y recorrer el mundo. Desde niño siempre supe que quería ser artista. La mayor influencia la tuve por parte de mi abuela. Era una persona muy trabajadora y que transmitía mucho amor en todo lo que hacía. Ella me enseñó a hacer las cosas con amor, a perdonar y a ser fiel a mí mismo. Pero nunca daba lecciones. Su ejemplo era suficiente. Era una persona muy especial y cuando trabajo me acuerdo mucho de ella.
En mi familia no había artistas que pudieran aconsejarme o enseñarme. Yo he sido el primero y he tenido que trabajar mucho porque no tenía esa ayuda, pero esto también me ha hecho ser más fuerte.
Mi primer trabajo fue ser partenaire de un mago y a raíz de ahí comencé a trabajar con niños y con jóvenes marginados. Era una época de mucha ilusión y aprendí mucho. Más tarde, cuando estudiaba Arte Dramático, trabajaba haciendo monólogos y, en una ocasión, recibí un premio por una de mis actuaciones. Esto me animó mucho a seguir adelante.
¿Cómo descubrió la danza del vientre? ¿Cuándo vio por primera vez a una bailarina de danza oriental y qué impacto tuvo en usted? ¿Qué edad tenía en aquella época?
Fue en una obra de teatro en la que yo interpretaba al rey Alfonso XI. Había un momento en el que el rey recibe unos regalos, y uno de estos regalos es un grupo de bailarinas árabes que bailan para él. El conflicto estaba con la reina, que se ponía muy celosa. Era muy divertido. Por aquel entonces yo tenía unos 20 años y estaba fascinado con la magia del mundo escénico, que lo estaba empezando a descubrir. Todo lo vivía con mucha ilusión y muy intensamente.
¿Cómo nació en Zuel el deseo de dedicarse al baile oriental? ¿Qué le empujó a hacerlo?
El baile fue mi mejor terapia. Fue la manera de superar una infancia dura y traumática. La primera vez en mi vida que sentí que valía para algo fue en mi primera clase de baile, y tenía 19 años. Desde entonces no he dejado de bailar ni un solo día.
Por otro lado, crecí en una ciudad muy árabe. Córdoba fue la capital del califato Omeya en la época medieval. Aquí la Edad Media fue tiempo de una gran civilización en la que había respeto entre religiones y florecían la ciencia y las artes. Este pasado glorioso está muy presente en las calles de la ciudad, en los monumentos, en la gastronomía, en la música popular y en la mentalidad de la gente. Los cordobeses somos muy árabes.
Puedo decir que la danza oriental aúna mis dos grandes pasiones: una es la danza y la otra es la cultura árabe.
¿Quién fue su primer maestro de baile?
Mi primer maestro fue Joseph Stella, un profesor italiano de «danza-teatro». Yo formaba parte de una asociación de profesores y me dieron una beca para estudiar con él. De repente conocí un mundo nuevo que me permitía expresar y sentirme libre a través de mi cuerpo. Fue el mejor regalo que me han hecho en mi vida.
Cuente, por favor, cómo ha comenzado su carrera de bailarín. ¿Recuerda su primera performace?
Mi primera actuación de danza oriental fue en un «café-teatro» que se organizó en la Escuela de Arte Dramático donde yo estudiaba, en Córdoba. El edificio es un palacio antiguo y los «cafés-teatro» se celebraban en un patio con columnas y arcos de mármol blanco muy romántico. Yo presenté mi actuación, que tuve que improvisar porque hubo un error con la música, y recuerdo el silencio del público y el cielo estrellado sobre mi cabeza. Fue muy especial. Después de la actuación mis profesoras de Interpretación y voz vinieron a felicitarme y me pidieron que les diera unas clases, que ellas querían aprender. También me dieron algunos consejos sobre la interpretación de la danza.
Unos meses más tarde, en una fiesta privada en un pueblo de la Alpujarra, en Granada, me vieron bailar unos músicos de Marruecos y me contrataron para el XV aniversario de su grupo, la orquesta Al-Jaima, y me presentaron en el teatro Isabel la Católica de Granada como la gran novedad en el mundo de la danza árabe. Estuve varios años trabajando con ellos y aprendí muchísimo.
Zuel, su carrera empezó enérgicamente. ¿Qué le hizo ser conocido en España?
Cuando empecé a bailar todavía no había muchas bailarinas en España y era muy muy raro ver a un hombre bailando danza oriental, lo que llamaba mucho la atención por ser muy exótico. Ahora han pasado muchos años y tengo más experiencia. Soy muy trabajador y creo que la constancia es el secreto del éxito.
Como profesor me preocupo no solo de enseñar los pasos de la danza, sino de enseñar a bailar con emoción, con sentimiento, con el corazón. Esto es igual de importante que la técnica y mis alumnas valoran mucho este trabajo. Creo que esto también es parte del éxito.
¿Y cómo ha comenzado su popularidad internacional?
La primera vez que me contrataron para bailar fuera de España fue en Bélgica en 2003. Una bailarina belga me vio bailando en un restaurante de Barcelona junto con sus alumnas y quiso llevarme como bailarín invitado a un espectáculo. Y después de eso casi siempre ha sido igual. Después de mis espectáculos suele haber personas que me buscan para contratarme, y después de eso repiten. Y poco a poco he ido viajando por Portugal, Noruega, Italia, Reino Unido…
No me gusta demasiado colgar mis vídeos en youtube, por ejemplo. Por una parte pienso que se pierde la magia de la danza, y por otro lado, me gusta el contacto directo con las personas. Youtube puede darte una fama fácil. Pero no me interesa la fama. Me interesan las personas y me interesa trabajar con personas con las que me siento a gusto.
Su abanico de intereses ha sido siempre muy amplio y, además, posee unos estudios escénicos muy interesantes. Todo eso se ha unido en su estilo de baile. ¿Qué es lo que más ha dejado huella en su estilo de baile?
Tengo dos grandes influencias en mi forma de trabajar.
Una de ellas es que cuando trabajaba con la orquesta Al Jaima yo aprendí el espíritu de danza de los árabes. Yo soy muy observador y aprendí muchísimo mirando a los árabes bailar. Para ellos bailar es un juego, y juegan entre ellos. Yo observaba y analizaba todo esto como si fuera el proceso de creación de un personaje de teatro.
Por otro lado, la formación escénica que recibí en la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba me permitió tener recursos para interpretar, para emocionar al público, captar su atención y hacer que una danza sea interesante para los espectadores.
Zuel, ¿En sus espectáculos fusiona otros estilos? ¿Utiliza pasos inspirados en los bailes españoles?
Me gusta mucho lo auténtico, lo tradicional, porque la gente árabe se ve reflejada, lo entiende y lo comparte. Esto no lo tienen las fusiones porque son algo nuevo que no surge del sentimiento popular, sino de la creación artística. La fusión es estética y artística, pero la danzas tradicionales te permiten comulgar con el espectador árabe y eso para mí, que no soy árabe, es fantástico. Soy un gran amante de la cultura árabe y ver como los árabes disfrutan con mi baile (tras unos momentos de sorpresa al comienzo) a pesar de ser hombre y a pesar de que a veces bailo con el torso desnudo, es maravilloso.
La música española es hija de la música árabe, sobre todo la música del sur de España, de donde yo soy. El flamenco tiene una raíz árabe muy importante y es muy fácil mezclar la música oriental con la española. En la danza pasa igual. Hay trabajos de fusión del flamenco con la danza oriental muy bonitos.
Hablándonos sobre la revista Añil ha dicho que, escuchando a la legendaria Farida Fahmy ha comprendido que muchas personas alteran la esencia de la danza oriental. ¿Qué quiere decir con esto?
Cuando el baile oriental se pone de moda son muchas las personas que se acercan a nuestra danza, y eso es bueno, pero también es normal que no se profundice y se cree una idea superficial, equivocada o pobre de la danza oriental. Escuchar a los grandes maestros, como Farida Fahmy, con quien he podido compartir algunas conversaciones, te hace descubrir la gran riqueza de la danza oriental mucho más allá de las modas. La profundización es lo que hace realmente interesante el arte y es lo que te permite superar prejuicios y falsas ideas. Es muy enriquecedor.
Escuchar a Farida Fahmy me hizo pensar que había que publicar toda esa información de alguna manera para que los aficionados a la danza oriental tuvieran oportunidad de conocer la auténtica danza oriental libre de deformaciones y con un espíritu más positivo. Esto fue una de las varias motivaciones que me llevaron a crear la revista Añil.
Muchos hombres bailan cubriendo la parte superior del cuerpo. Algunos de ellos hasta encuentran inadmisible que el hombre baile con el torso desnudo. Usted baila, a menudo, con el torso absolutamente descubierto y con movimientos muy armoniosos. ¿Qué opina sobre esto?
Una mujer que baila danza oriental en público está muy mal vista en los países árabes. Un hombre que baila al estilo de la mujer está mucho peor visto, y que baile con el torso desnudo… ¡es impensable! Pero yo entiendo la cultura árabe, entiendo lo que significa el baile para los árabes y, además, tengo recursos escénicos que utilizo cuando bailo. A muchos árabes les gusta lo que hago y disfrutan el baile. El vestuario, el estilo… pasa a segundo plano. Disfrutan del arte independientemente de los prejuicios.
No hay cosa que le guste más a un árabe que un occidental que se interesa por su cultura. Estuve varios años trabajando en el pub Sahara de Granada, que es un lugar de encuentro de la gente árabe de Granada y nunca tuve problemas, al contrario. Como dice Farida Fahmy, los artistas tienen la capacidad de educar al público, a la sociedad.
Pero no todo ha sido un camino de rosas. También hay personas que no quieren entenderlo o no les interesa. No se puede gustar a todo el mundo. Lo importante es ser fiel a uno mismo.
Según el reconocimiento de las mujeres que de usted aprenden, usted posee «la técnica depurada y perfecta» y les transmite «el entusiasmo y la elegancia». ¿Qué significa para Zuel la enseñanza ahora?
Cuando era más joven solamente quería actuar. Lo que más me gustaba era el escenario. Nunca me había planteado enseñar. Pero me ofrecieron dar clases en una escuela y descubrí algo que me apasionaba más aún que actuar en un teatro: la docencia.
La danza había sido algo muy terapéutico y enriquecedor para mí. Me dio la vida. Enseñando tuve la oportunidad de ver como otras personas tenían vivencias parecidas a las mías. Eso ha hecho que la danza sea aún más importante para mí. Enseñar es mucho más que un trabajo. Es mi manera de compartir con otras personas algo que a mí me ha hecho mucho bien. Me siento más orgulloso viendo a mis alumnas sobre el escenario que bailando yo.
Usted ha desarrollado un método de enseñanza que combina el trabajo escénico con el terapéutico y cultural. En sus cursos se potencia la feminidad de la mujer, la sensitividad, la interpretación… Explíquenos con más detalle este trabajo que lleva a cabo.
Cada vez que empezaba un curso de la carrera de Arte Dramático los profesores nos preguntaban a los alumnos sobre nuestra motivación al estudiar cada asignatura. Algunas personas estudiaban porque querían ser actores de teatro o cine, había bailarinas que estudiaban Interpretación porque querían ser coreógrafas y había gente que estudiaba teatro como forma de terapia. Un profesor una vez nos dijo: «aquí aprendemos teatro de forma profesional. Y la mejor terapia es hacerlo así. La mejor terapia es hacer las cosas bien.»
El trabajo escénico y el terapéutico tienen mucho en común. Para subir a un escenario hay que superar miedos, romper barreras y ser valiente. Para vivir la vida, también.
Cuéntenos, por favor, sobre el musical “Nos vemos en Madrid”.
Me contrataron para coreografiar este musical de zarzuela porque querían una visión diferente a todo lo que se hace habitualmente con el género chico. El trabajo no era fácil porque tenía que hacer bailar a los cantantes, que no estaban acostumbrados a bailar. Pero trabajamos mucho y el resultado fue muy estético y divertido. Para mí fue un gran reto. Al principio tenía miedo pero, a medida que avanzábamos en los ensayos, me sentí muy cómodo y me encantó este trabajo.
En 2008 organizó el «Festival Oriental del Mediterraneo». ¿A qué ideal aspiraba creándolo? ¿Lo alcanzó?
Organicé el primer Festival Oriental del Mediterráneo junto con Security Dance y el resultado fue espectacular. Era un festival diferente. Fue un festival donde todo el mundo trabajó con el corazón y nos preocupamos de que el ambiente entre las bailarinas y las alumnas fuera familiar y amable. Queríamos mostrar el lado más humano de la danza y que todos los participantes compartieran buenos momentos en lugar de competir. El resultado fue mucho mejor de lo esperado. Fue único, maravilloso. Había mucha calidad humana por todos sitios.
Toda esa buena energía pensé que había que contagiarla al resto de aficionados a la danza oriental. Así que pensé que tenía que inventar un proyecto que llegara a todo el mundo. Ese proyecto sería, dos años más tarde, la revista Añil. Así que abandoné la organización del festival para trabajar en la revista y ahora el festival lo sigue organizando Security Dance y tiene mucho éxito.
Zuel, tiene una gran cantidad de los proyectos. ¿Tiene también tiempo para la vida privada?
Soy muy inquieto. Me gusta inventar proyectos nuevos y sacarlos adelante. Eso me da la vida. Pero no estoy solo. Todo esto no sería posible sin el apoyo de mi familia y mis más cercanos amigos. Tengo gente maravillosa alrededor.
Intento tener muy separada mi vida privada de mi profesión, porque soy muy discreto y no me gusta llamar la atención. Y la verdad es que no tengo mucho tiempo para vacaciones y descansar, pero me gusta tanto mi trabajo que cuando descanso me aburro y me entran ganas de trabajar.
¿Qué significa la mujer para usted? ¿Qué es lo que más admira en la mujer?
La mujer es lo más importante en la vida de un hombre: es la madre, es la hermana, es la esposa o es la hija.
La mujer es la belleza, lo femenino, la creadora, la sensibilidad, el romanticismo, la emoción…
Lo que más admiro en la mujer es la mezcla entre su sensibilidad y su fuerza. Me da mucha pena que en la sociedad moderna la mujer se ha «masculinizado» adquiriendo roles del hombre en una supuesta lucha por la igualdad. Y yo pienso que la igualdad no existe. Debe existir la igualdad de derechos, eso sí. Pero el hombre es hombre, y la mujer es mujer. Somos diferentes y somos complementarios. Necesitamos los unos de los otros.
¿Zuel es sentimental? ¿Qué le hace llorar?
Soy muy sentimental. Me afecta mucho la injusticia. Ver como una persona hace daño a otra me duele enormemente. Sin embargo, cuando la gente se ayuda entre sí crece, prospera y es más feliz. Lo contrario es destructivo.
¿Qué haría si no bailara?
No sé lo que haría, pero intentaría hacerlo bien. Cuando sea viejo quiero estar orgulloso de haber pasado mi vida haciendo las cosas bien.
Zuel, para finalizar, un deseo para las lectoras de nuestra revista.
Disfrutar bailando. Por un lado sentir el propio cuerpo y amarlo. Y por otro que el baile sea una manera de relacionarse con otras personas y así ser más felices. El baile en solitario te da placer. El baile en grupo te da la felicidad.
6 Responses to “Zuel, entrevista al bailarín de danza oriental”
01/05/2012
MARIANMe ha encantado leer esta entrevista que nos ha acercado un poquito más al maestro Zuel. Yo soy de Bilbao y espero pueda venir pronto a esta ciudad a dar algún taller porque me gustaría dar clase con él…
UN ABRAZO A TODOS
21/12/2011
ManuelaEres un amor.
25/11/2011
Rosaufff¡¡¡¡ cuanta nostalgia al leer esta entrevista. Que añoranza y que bonito¡¡¡
sigue , sigue, sigue bailando.
Con mucho cariño. ROSA
22/11/2011
Estudio LARISSA (Performing Arts)«Zuel me ha enseñado un cock-tail interesante de técnica impecable, autenticidad y sensaciones, tamizado por la unicidad que pudiese transmitir como intérprete y una especie de vivir «el aquí y ahora» en el escenario, más allá de los pasos… de la coreografía: entender que cada momento es único e irrepetible. Asimismo, con él he aprendido un tipo de ética entre cuyos valores más llamativos está el de la humildad de quien entrega algo con el corazón en carne viva a través de expresiones genuinas, contando una historia sin artificios y, lo más difícil, la elegancia de la simplicidad y atemporalidad de cada puesta en escena.
Zuel, como los grandes maestros, enseña a no rebuscar ni solapar el arte tras actuaciones efectistas, sino de exponer la propia personalidad artística en los movimientos esenciales y; sin embargo, dentro de tal sencillez, dejar una huella imborrable. Al final, hace del «arte de la simplicidad y la elegancia» lo más difícil de conseguir, tomando en cuenta que se tienen a mano los propios recursos y más nada; es decir, fortalezas y debilidades de un alma desnuda en el escenario y que -como añadido- deba tener la misión de ser el reflejo de un momento único, sagrado e irrepetible, hasta hacer de ello la encarnación de un acto de amor entre espectadores e intérprete…».
(Palabras de LARISSA VESCI dedicadas a su maestro y asesor de escena, ZUEL, quien tuvo la responsabilidad de escogerla entre sus discípulas y presentarla oficialmente ante el público y contexto escénico profesional de la Danza Oriental de Madrid en la I edición de «IMPULSO», llevada a cabo el 20 de Noviembre de 2011 en la Sala «Galileo Galilei»).
22/11/2011
ElisaMe encanta!
15/11/2011
Gemma MartíTodo un lujo de entrevista, agradecida por poder leer lo que piensa, lo que ha vivido, lo que ha sentido este gran maestro. Cuando hace unos años, aposté por guiar mis pasos a mi primera clase con Zuel, nunca llegué a imaginar que un maestro pudiera transmitirme y enseñarme tantas cosas. Ahora veo el por qué de todo esto. Toda una vida llena de arte, un espíritu luchador, valiente, creativo. Alguien que hace las cosas con profesionalidad, dedicación y con el corazón. Alguien que emociona, como emocionante es su vida. Si antes ya me sentía orgullosa de Zuel, después de leer esta intensa y preciosa entrevista, aún lo estoy más.
Hay momentos de la entrevista realmente bellos, ya solo con el título “Cuán sensible puede ser el alma de un hombre fuerte” empiezan las cosquillas de la ilusión a recorrer nuestro afán de seguir leyendo y enterarnos de más cosas…vy ese afán nos lleva a conocer una infancia y adolescencia atípica, con momentos duros, pero con otros llenos de experiencias relacionadas con el arte y con el descubrimiento y aprendizaje de cosas muy intensas y hermosas. Y en este camino se cruza con la cultura árabe, con sus costumbres y convive con ello, y así, poco a poco, hasta formarse como artista y maestro, y compartir con el mundo todo aquello que a él le ha hecho tanto bien. Y ya cuando crees que has leído y te has emocionado todo lo que podías, resulta que lees “la mujer es la belleza, lo femenino, la creadora, la sensibilidad, el romanticismo, la emoción” y ya tan solo queda decir un GRACIAS, ZUEL.