Sofinar Gurian, conocida en Egipto como Safinaz, ha sido acusada de insultar los colores de la bandera egipcia. Se enfrenta a una pena máxima de un año de prisión y una multa de 30.000 libras.

Vestir un traje de danza oriental inspirado en la bandera egipcia puede significar problemas con la justicia en el país de los faraones. Es el caso de la bailarina Safinaz, de origen armenio y casada con un egipcio, que afirma estar enamorada de la cultura egipcia y, desde hace dos años, es bastante conocida entre la farándula del raks sharky egipcio.

La bailarina Sofinaz vistiendo la bandera de Egipto en un espectáculo

La bailarina de danza del vientre se enfrenta a la justicia egipcia acusada de «insultar a la bandera nacional» tras haber sido denunciada por una empresaria local por burlarse de la bandera egipcia (roja, blanca y negra) durante un espectáculo en Ain Sujna, ciudad turística a orillas del Mar Rojo, a 120 kilómetros al este de El Cairo.

Egipto, que sufre una ola de ultranacionalismo, aprobó en 2014 una ley para castigar a quien insulte los símbolos del país, incluida la enseña. Safinaz se enfrenta, debido a este incidente ocurrido a principios de marzo, a una pena máxima de un año de cárcel y una multa de 30.000 libras egipcias. La bailarina fue detenida e interrogada por la policía, que la dejó en libertad tras pagar una fianza de 20.000 libras.

Sofinar ha alcanzado altas cotas de popularidad en Egipto en escaso tiempo, apareciendo en varias películas costumbristas, y su fama le lleva a ser muy cotizada para bailar en bodas y eventos sociales, granjeándose el cariño del público y la envidia de las bailarinas egipcias.

Escándalo tras escándalo la polémica en torno a la danza oriental se eterniza. Hace unos meses tuvo que ser cancelado el programa dirigido por Dina, en el que competían bailarinas de diferentes nacionalidades, tras las quejas de los sectores más puritanos de la sociedad de Egipto. La bailarina egipcia Sama al Masry también había sido arrestada anteriormente por difamación e inmoralidad, debido a su gestión de un canal de televisión sin permiso y sus ataques a los islamistas. La danza del vientre continúa, de esta forma, siendo tan amada como odiada.