El reconocido pianista de origen marroquí Marouan Benabdallah, el más importante de su país natal y unánimemente aplaudido en escenarios de todo el mundo, desde París a Nueva York, ofreció un concierto el pasado 20 de mayo con motivo de la inauguración del VI Encuentro de Países del Mediterráneo dedicado a Marruecos que organiza Casa Mediterráneo.
Predestinado desde su nacimiento al mundo de la música, Marouan recibió formación en el Conservatorio Béla Bartók y en la Academia Franz Liszt de Budapest. Su carrera internacional comenzó en 2003 tras su éxito en la Radio Húngara y al recibir el Gran Premio de Andorra. También ha sido premiado en el Concurso de Hilton Head (EE.UU.) y en el Rubinstein. Como solista ha sido invitado en numerosas orquestas de Europa, Asia, África y América y ha colaborado con directores como Lorin Maazel, Zoltan Kocsis, Iván Fischer o Renato Palumbo.
Benabdallah ha actuado en prestigiosos escenarios, entre ellos, la Academia de Música Franz Liszt y el Palacio de las Artes en Budapest, la Salle Cortot en París, el Laeiszhalle de Hamburgo, el Centro de Arte Oriental de Shanghai, el Teatro Comunal de Bolonia, el Teatro Colón de Buenos Aires, la Casa de la Ópera de El Cairo o el Carnegie Hall de Nueva York. En el año 2014, el pianista inició un ambicioso proyecto titulado ‘Arabescos’ con el que rescata del olvido a grandes compositores árabes de música clásica, con los que está ampliando el repertorio de autores de este género en el mundo y trata de tender puentes de entendimiento entre culturas alejadas por los estereotipos.
La música es un lenguaje universal, tal como se evidenció en la buena respuesta del público asistente al concierto que ofreció el pasado 20 de mayo en Casa Mediterráneo.
¿Qué es para usted la música?
Es muy simple. La música está escrita por seres humanos para ser interpretada y escuchada por seres humanos. El factor humano es muy importante. La música expresa sólo sentimientos humanos, que son absolutamente universales. No hay límites, ni siquiera barreras culturales. La música habla de sentimientos de felicidad, de tristeza… Algo que todos podemos entender. Por eso en la música no necesitas palabras y ésta puede expresar cosas del modo más sofisticado. Se suele decir que la música llega cuando las palabras fallan. Creo que la música no necesita ninguna lengua, por eso todos la entendemos.
Las palabras pueden tener distintos significados, dependiendo de tu trayectoria y de tu pasado. Y en ocasiones la música es muy directa, sale del corazón y se dirige al corazón. No hay una forma de controlar su significado, la sientes y la entiendes. Por eso es un lenguaje universal, absolutamente.
Su proyecto ‘Arabescos’ comenzó en el año 2004, con el que interpreta a compositores clásicos del mundo árabe. ¿Me puede detallar la iniciativa?
Surgió como una idea, debido a mi curiosidad por explorar a los compositores árabes de música clásica. Y comenzó a convertirse en algo más importante al ir descubriendo más y más compositores, actualmente 99. Cada vez aprendo algo acerca de nuevos compositores, de manera que se trata de un proyecto muy excitante. Cuando descubro a nuevos compositores, descubro su música, su vida… son personas poco conocidas. Cada uno de ellos tiene su propio círculo, más pequeño o más grande, pero el público general no los conoce.
Creo que es un proyecto muy importante, no sólo para mí, sino para el entendimiento cultural entre los pueblos. Considero que en la actualidad hay demasiado odio entre las culturas, especialmente entre Occidente y el mundo árabe, por diversas razones, pero creo que tenemos que construir puentes y tratar de destruir los obstáculos y los límites en la comunicación entre las personas. He interpretado muchos conciertos con este programa y tengo que decir que cada vez el público se muestra asombrado al descubrir a estos compositores, no esperan encontrar tanto talento en el mundo árabe.
En los últimos 20 años, el mundo árabe es sólo conocido por las bombas, el terrorismo, el islamismo, noticias negativas… Como artistas debemos mostrar que hay algo noble, interesante, un territorio común. Y funciona. Cuando el público sale de un concierto reconoce que ha aprendido algo nuevo. Cuando miras los programas de conciertos de música clásica, siempre es lo mismo: los mismos compositores y la mismas piezas, y llega a cansar. Cuando vives en una ciudad está bien, pero cuando echas la vista a lo que sucede en Europa y en América ves los mismos artistas, los mismos programas,… de algún modo resulta molesto. Así, este proyecto aporta algo nuevo.
Los medios de comunicación suelen detenerse en las noticias negativas que proceden del mundo árabe, aunque la realidad sea más amplia y rica.
Desafortunadamente, los medios de comunicación sólo buscan malas noticias para captar la atención, cosa que no logran las buenas noticias. Cuando comencé el proyecto tan sólo estaba buscando compositores y poco a poco se fue convirtiendo en algo importante para mi vida. Ahora en Marruecos, en la Royal Academy of the Kingdom, hemos lanzado una importante serie de conciertos y publicaremos a estos compositores, ya que la mayoría no tiene sus obras publicadas. No hay grabaciones.
Por ejemplo, cuando descubro una nueva pieza tengo que tocarla una y otra vez, todo está virgen y por hacer. De alguna manera resulta más excitante, pero a la vez más difícil. En ocasiones, cuando el compositor está muerto tengo que contactar con su familia. Hace unos tres o cuatro años descubrí a un compositor libanés que había fallecido y del que no podía encontrar sus obras, y no tenía hijos. Pregunté a varias personas, incluso libanesas, y nadie sabía nada de él. De alguna manera encontré a un alumno suyo en Internet, le escribí y aunque se encontraba en Noruega pude conseguir que sus padres fueran a su casa para obtener las partituras, las escanearan y me las enviaran. Fue como emprender la búsqueda del tesoro. Esta música, preciosa, nunca había sido publicada, ni grabada. En Marruecos pretendemos publicar todas estas composiciones para que la gente tenga acceso a esta música.
Al mismo tiempo, si se publican las obras de estos compositores árabes desconocidos los estudiantes de música y los músicos profesionales podrán aprenderlas e interpretarlas en los conciertos.
Así es. Estamos trabajando en ello, en organizar mini festivales con diferentes conciertos, también sinfónicos, porque esta música no es sólo para piano, también para orquesta. Tiene un enorme potencial.
¿Cómo se introdujo usted en el mundo de la música? ¿Desde su infancia, por tradición familiar?
Sí, mi madre es profesora de música. Es húngara y yo soy una mezcla de culturas. Era obvio que iba a ser músico, desde los tres años fue algo que nunca me planteé, ya estaba claro. Crecí con la música. Mi madre daba sus clases en casa. Cuando cumplí los 13 años mis padres decidieron mandarme a Budapest a estudiar. Creo que fue una decisión dura al ser tan joven, pero tuve que hacerme responsable y cuidar de mí mismo, y las cosas fueron muy bien, de modo que fue una buena decisión.
¿Su carrera comenzó ahí?
Mi carrera instrumental comenzó tras ganar algunos concursos como el Gran Premio de Andorra, y una invitación llevó a otra.
El piano es un instrumento muy difícil que requiere horas y horas de práctica.
Eso es cierto. Por ejemplo, los instrumentos de viento no debes practicarlos más de dos horas diarias porque es malo para los labios. Los cantantes tampoco deben cantar más de un par de horas al día. Pero el piano es difícil y requiere mucha dedicación, es un instrumento complejo y hay menos oportunidades que para otros músicos. Puedes tocar solo, en una orquesta de cámara o ser profesor, y hay muchos pianistas. Además, hoy en día han cambiado mucho los hábitos, las redes sociales ponen mucha presión a la hora de que subas tus conciertos a lugares como Instagram, en caso contrario es como si no existieras.
Más información en la web de Marouan
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