La danzarina de Flamenco Zingaro, Larissa Vesci, sigue ofreciendo los matices de su inconfundible estilo en el Teatro Municipal de una de las localidades más hermosas del norte de Madrid: Miraflores de la Sierra. La artista ha escogido como leitmotiv la representación de «lotos y claveles» como símbolos de su expresión de danza, a la vez que agradece a periodistas y escritores de distintos paises que la han escogido como musa y le han dedicado numerosas letras.
Las danzas orientales, incluyendo al estilo de flamenco que se especializa en sus raíces gitano-orientales, se han convertido en terreno fértil para la inspiración de músicos, poetas, escritores, periodistas e historiadores. Una de las musas más emblemáticas de la actualidad y que ha inspirado ríos de tinta como pocas es la danzarina de origen venezolano Larissa Vesci.
Desde los linderos de los finales de su adolescencia e inicios de su edad adulta, esta artista de la danza comenzó a ser objeto de poesías, reseñas de respetables columnistas, apreciaciones de tono artístico en programas audiovisuales y prensa escrita por parte de periodistas especializados; así como musa de inspiración de alguna poesía plasmada en un libro cuya autoría pertenece a un prestigioso escritor. Asimismo, ha sido la musa e imagen de una muestra pictórica en su pais de nacimiento, que tuvo resonancia nacional y en la región del Caribe. Su danza, como si se tratara de una fuente inagotable, sigue ofreciendo inspiración. Precisamente, hace unos días y a pocas horas de haber cerrado su camerino y despedirse de la temporada de actuaciones en primavera, Larissa fue sorprendida por unos apasionados versos hechos canción a ritmo de Seguiriya que le dedicó el célebre poeta, historiador y escritor, autor del libro referencial «Flamenco para cantar palo a palo», Don José María Lopera:
Perfume de sándalo
en tu baile llevas
y todo el fuego de tu raza vieja
ardiendo en tus venas.Que todo el embrujo
que se mueve en la danza de tu vientre
es gitano puro.(Copyright- José María Lopera)
¿Dónde cree Larissa Vesci qué radica el secreto de tanta inspiración?
A menudo me preguntan «¿qué haces para qué te dediquen letras y apreciaciones llenas de tanta belleza?» y yo respondo: Nada… Absolutamente nada… Simplemente soy yo misma en escena; con mis luces y mis sombras, sin efectismo o artificios, sin tratar de agradar obsesivamente a nadie o de querer parecer tal o cual tipo de bailarina o bailaora». Con mi danza no hago más que representar el tiempo y las circunstancias que vivo en ese momento, por supuesto ello enmarcado por mi historia personal, mis orígenes y el legado genético de mis antepasados que, evidentemente, me dan un sello estético muy particular y característico. En todo caso, siempre actúo con autenticidad y asumiendo riesgos. Me horroriza aburrirme de mí misma.
En cuanto a su estilo, sin duda, controversial, ha generado atención en algunos espacios de las danzas orientales. En su pais de origen lo catalogan de «marca» a la cual se le ha llegado a llamar «estilo Larissa Vesci» o «estilo Pantera«. Algo similar está sucediendo en Madrid. ¿Ese podría ser parte del secreto de inspiración?
Creo que si existe un secreto, podría ser el hecho de que mi estilo de baile flamenco es muy oriental y mi baile oriental es muy flamenco. Desde hace aproximadamente 5 años me he relajado muchísimo en cuanto a mi expresión individual y dejo escapar algún virtuosismo técnico en danzas que no exigen para nada la perfección técnica, en tanto me permito excesiva naturalidad y pinceladas de visceralidad o destellos dionisíacos en segmentos de la danza que mas bien se sustentan en la técnica pura. Lo importante es que cuando bailo como solista dejo salir casi todo y que tome por si mismo su propio camino de virtud. No detengo ningún impulso que el cuerpo, como vehículo de expresión, me pida en un momento determinado.
No obstante, hay algo que catalogo como misterioso, algo concentrado que no sale del todo y que «administra» la actuación y acerca del que yo no sabría describir… Siempre queda una parte ajena a mí que no se enseña o manifiesta totalmente; que tiene vida propia, que es indomable y temperamental, que hace cada actuación diferente o especial, mejor o peor de acuerdo al gusto de cada quien, pero nunca igual. He allí donde creo está la clave. A ese «algo» lo respeto y mucho…
En cuanto a que se le relacione con una pantera, Vesci nos aclara:
La pantera es el nombre con el que se me conoce en el ambiente flamenco de Venezuela. Así me bautizó Miguel Hernández, un gitano de tronío quien es máxima figura del cante en mi pais. Miguel y su adorable y flamenquísima esposa Mirna Sol pusieron nombre a lo que mi público comentaba: que parecía un felino salvaje bailando, especialmente con cante y toque en vivo, así que ellos me comenzaron a llamar así, lo cual tuvo resonancia en algunos medios. Aún después de muchos años algunos chicos me llaman «Pantera» en vez de «Larissa». No niego que mi personalidad un tanto hermética y naturaleza solitaria contribuyeron a sellar mi alias artístico. Hay pasos de marcaje que se llaman pasos «Pantera» (de cosecha propia) y que con gusto he transmitido a mis alumnas más dilectas.
Escoger los símbolos de lotos y claveles en su más reciente función tendrán que ver seguramente con esa expresión…
Sin duda, mi flamenco tiene aroma y estética de loto y las danzas orientales de claveles. Por otro lado, hay unos símbolos que representan tales especies que me han inducido a escogerlas. Por ejemplo, el loto, flor sagrada, nace del fondo de los estanques. Para mí significa que de las crisis, de la oscuridad, puede surgir una hermosa flor, que es a su vez, sobreviviente y trascendente: sus semillas pueden germinar decenas de años y siglos más tarde. Los nobles y alegres claveles son los más fieles a la primavera y tienen un aroma que para mí son feminidad pura. Además, ambos tipos de flores simbolizan momentos históricos en paises con los cuales asocio tales danzas. Por otra parte, analizando el fondo, hay mucho de esencia gitana en los lotos y los claveles.
Acerca del balance de su reciente obra creativa en vista de la situación actual nos dice:
Últimamente hemos afrontado mucho de gitanismo esencial; de supervivencia. En momentos en que no se cuentan con recursos; en que surgen llamadas de última hora, cambios y tantos otros temas originados por el factor crisis, no me asusta asumir riesgos y responsabilidades. A diferencia del pasado, los asuntos se hacen menos predecibles y no podemos definir tendencias. Prácticamente vivimos al día y salimos con los recursos circunstanciales.
He sido una persona que he tenido que salir a escena siendo figura principal en determinados eventos en Venezuela aún en situaciones en que algún miembro de mi familia nuclear ha estado en una sala de terapia intensiva, al borde de un infarto o yo misma inmersa en un duelo reciente para aquel entonces. Es muy duro, pero cuando el peso de una obra recae sobre una, no hay marcha atrás. También en momentos en que he padecido de alguna intoxicación alimentaria horas antes de salir a escena, estando medicada o sustituyendo a alguna artista que ha tenido que dejar alguna obra por causas ajenas a su voluntad, en algún conato de golpe de Estado o reemplazando a alguna compañera presa de pánico o por algún accidente de vestuario a punto de salir… También me ha tocado suplir el papel de alguna actriz.
Después de haber superado momentos críticos, aún llevando la procesión por dentro, no me asustan ciertas improvisaciones por la razón que sea; en esos casos dejo que el arte tome la batuta y yo, simplemente le sigo… me dejo llevar como una simple y arriesgada aprendiz. Aunque los protagonistas no podamos manejar directamente las eventualidades, lo importante es dar la cara; repito, con las propias luces y las sombras, con lo que haya y con el corazón.
Creo que a menudo la danza nos devela tesoros ocultos que salen a la luz como fortalezas cuando menos lo esperamos. La crisis es una gran maestra para los artistas puros. En mi caso, el balance ha estado a mi favor y estoy muy agradecida por ello. Siempre aprendemos y, sobre todo, aprendemos más acerca de nosotros mismos.
¿Qué ha aprendido Larissa Vesci?
Que cada vez que salgo a escena es motivo de celebración. Mis primeros pasos en la danza no fueron por voluntad propia. Comencé por el Ballet Clásico a los 5 años de edad; luego me inicié en el flamenco a los 7 y, posteriormente, en el Jazz dance a los 10. En las danzas orientales muchísimos años más tarde, gracias a unos parientes sirios, cuando la danza estaba saliendo de los hogares árabes y comenzaba a ser comercial, aunque confieso que sin mucho interés de mi parte al principio. Mis padres me apuntaron en clases extracurriculres de danza porque era una niña demasido tímida y sobreprotegida. No hablaba, no me gustaba socializar y sufría de miedo escénico al punto de patología y era enfermiza. Incluso, en mi nacimiento se cuestionó si yo era una criatura normal.
Sumado a ello, el exotismo de mis facciones en épocas en que no existía la globalización y la migración voluntaria no era un fenómeno mundial, fui objeto de acoso, mobbing y hasta racismo en algunos centros escolares de algunos de los países en los que crecí. Por tanto, el temprano acercamiento a los estudios de danza, a las tablas, en donde me destacaba siempre del resto, incluso, haciendo el mínimo esfuerzo, con los años, además de una actividad terapéutica, fue convirtiéndose -aun en contra de mis planes- en otra carrera profesional paralela a mis estudios académicos formales. En ello tuvieron un papel muy importante mis maestros más influyentes, quienes me estimularon a dedicarme con exclusividad a la danza, tanto en la enseñanza y como en la escena.
Trascender a tantas circunstancias, al miedo escénico o social (diagnosticado clínicamente) y las limitaciones impuestas por ser diferente, han sido superadas casi en su totalidad. No niego que el tránsito ha sido duro y por eso digo que cada exposición escénica es un logro. La gente no se imagina el tormento que se padece cuando tu vocación innata y pasión tienen la misma medida que tu miedo más grande. Sin embargo, reconozco que estar sumergida entre dos aguas de sentimientos tan opuestos y contradictorios, dan una condición especial a este camino, y creo que se nota. Entiendo perfectamente la angustia de Marilyn Monroe o Barbra Streissand cuando se han referido a este tema en sus respectivas carreras. También he asumido que, con los años, ser distinta a los demás en mi entorno de danza en diferentes etapas se convirtió en un punto a mi favor.
Hay una anécdota algo divertida en todo esto es que, aunque nací en uno de los países más exóticos y lleno de contrastes, Venezuela, allí mismo se me considera rara o exótica. Cuando voy a Marruecos piensan que soy libanesa, cuando vivía en los Estados Unidos siempre pensaban que era de origen persa, en los estudios «Amor de Dios», en Madrid, aunque la mayoría sabía que era venezolana, me decían «la árabe». Mis amigos turcos presienten orígenes en la India, los israelíes en Egipto, los españoles dicen que parezco turca. En fin… Lo «más de lo más» como anécdota es Italia o Francia: he ido en representación de España o presentada como «procedente de España» y, al poco tiempo, me han preguntado más de una vez si soy iraní o algo por el estilo, luego se enteran de mis apellidos (italianos), me escuchan hablando con inglés norteamericano y al final, se enteran que nací a una hora (en coche) de una de las playas más emblemáticas del Mar Caribe, en Venezuela.
Es decir, exotismo en su máxima expresión que en mi infancia fue una calamidad pero al final, mi aspecto físico distintivo se transformó en un aliado complementario a la hora de ser escogida para determinados papeles de danza-teatro, en tanto mi expresión individual de la danza -creativa y escénica- fue tomando una forma que se ha convertido en fuente de inspiración de grandes artistas de letras de oro de diferentes países, a quienes hoy y siempre he de honrar con flores -«lotos y claveles» – transfigurados en lo único que sé hacer con el corazón en carne viva: mi danza. Para mí hay una bella e indisoluble unión entre danza y poésía; se puede danzar con las letras y se puede hacer poesía con el cuerpo.
El desarrollo de un estilo propio requiere de muchos riesgos y aciertos, así como de voluntad y persistencia. Si bien en un principio no suele ser aceptado por el status quo, con el trascurrir del tiempo se puede cosechar frutos de satisfacción. Las danzas orientales están viviendo un momento de crecimiento importante y de exposición de diversos estilos. Es motivo de júbilo que respetables hombres y mujeres sean inspirados en sus letras por su diversidad de expresión. Hoy día, Larissa Vesci es una de las danzarinas que están engrandeciendo el género como artista activa, pero también como musa… Una musa que deja escapar aromas de orquídeas de su tierra nativa en su estilo de danza, tan exótico como personal.
Es que por mis venas corren las aguas del Mar Caribe. Creo que al venir de un pais que es un crisol de nacionalidades y culturas, no es de extrañar que surjan lotos o claveles propios del lugar y claro, mezclados con orquídeas. Unas flores de agradecimiento que han inundado de belleza y exquisitos aromas el Teatro Municipal de Miraflores de la Sierra.
Entrevista realizada por Ángela Colmenares.
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