Por Fernando López Fernández.
En un post anterior «El lenguaje de la música» comentaba que en mis viajes había podido comprobar como en los países donde se canta y la música invade las calles, la población parecía más feliz, como si las notas musicales fuesen alimento para el alma. Reflexionando sobre ello saque otra conclusión – que por supuesto no tiene ninguna base científica y se basa exclusivamente en mis percepciones – por la cual los pueblos que habían sufrido más se habían servido de la música como bálsamo para el dolor.
Me venían a la memoria varios ejemplos. Uno de ellos era el de los esclavos africanos que fueron llevados a América por los europeos: aparte de ser despojados de toda dignidad con las humillaciones a las que eran sometidos, sufrían todo tipo de enfermedades bien por las nulas condiciones de higiene durante unas travesías en las que viajaban (si eso es viajar) hacinados casi unos encima de otros, bien por otro tipo de infecciones que les debilitaba hasta la muerte. La música era lo único que tenían para aliviar el dolor, cohesionar al grupo, evocar sus raíces y expresar lo que sentían. Con el tiempo fueron adaptando sus antiguas manifestaciones musicales africanas a la colonia que en mala hora les tocó vivir.
De hecho, la música que se hacía en Brasil, las Antillas, Cuba o América del Norte no tenían mucho que ver mucho que ver entre sí excepto en la raíz. La prueba es que los estilos fueron fusionándose con otras músicas y tan extraño se nos haría escuchar samba en Nueva Orleans como salsa en Brasil.
Decía Platón que «la música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo.» La música no sólo expresa emociones sino que las canaliza hacia nuestro interior provocando una sensación de bienestar que, como en el caso de los esclavos africanos, reduce el sufrimiento.
Muchas de las patologías a las que nos enfrentamos hoy tienen su origen, o se acentúan en nuestra mente. Una mente fuerte puede ayudar a que la enfermedad cure más rápidamente. En este sentido, la música es un poderoso aliado que ayuda a combatirla. Hay muchos estudios y que lo corroboran. Incluso existen varias teorías que aseguran que también funciona con animales o plantas. En estos dos últimos casos no he podido comprobarlo.
Recuerdo haber leído en una revista empresarial hace ya tiempo una entrevista a un médico en la que comentaba que el hombre es un 90% emoción y un 10% razón. Si esto es así, que me temo que sí porcentaje arriba o abajo, la música es un tratamiento excelente para curar porque, en definitiva, la música no es más que una emoción placentera de la que nos servimos para equilibrar nuestra alma.
Os dejo un extracto de una película magnífica llamada «Cadena perpetua» en España, «Sueños de libertad o Sueños de fuga» en Hispanoamérica y «The Shawshank Redemption» en el título original. Merece la pena verlo porque en el se ilustra perfectamente lo escrito más arriba y hay una de las más bellas reflexiones sobre lo que significa la música que he escuchado. Disfrutadlo.
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