Por Gemma Martí.

Tengo una vecina, que aunque tiene 81 años es una lectora empedernida. En una de mis últimas visitas a su casa me dejó «La mano de Fátima» y me dijo «Léela, aunque es dura, léela.» Y así lo he hecho, y como le agradezco el que me lo haya dejado. Al principio me costó pasar las páginas del libro. Ciertamente es duro, pues relata la Andalucía del siglo XVI en plena época de la Inquisición y expulsión de los moriscos de Granada, etc. y no es muy agradable, pero poco a poco la historia te va enganchando, pues su protagonista tiene mucho encanto y los lugares en los que transcurre la historia, Córdoba, Granada, etc, también.

La mano de Fátima es apasionante. El protagonista es hijo de una morisca y de un cura cristiano que la violó, y esa «losa» pesará sobre él toda su vida. Un morisco con ojos azules al que llaman despectivamente en su comunidad como el «nazareno». Hernando, que así se llama en cristiano o Ibn Hamid en árabe, dedica su vida a intentar unir y encontrar la paz entre las dos religiones cristiana y musulmana, e igualmente su amor estará dividido. Una gran historia que merece ser leída, y que me ha encantado porque el autor, Ildefonso Falcones, narra con total imparcialidad lo que vivieron ambos bandos. Os la recomiendo, y ojalá sirva para que reflexionemos todos un poco.