Por Paola Blanton.
Soy bailarina a tiempo completo desde que dejé de enseñar Humanidades en el instituto. Aunque amo mi trabajo, francamente era mas fácil hablar de él cuando era la señora Blanton del despacho A-24.
Nadie se ponía colorado cuando hablaba del canon literario o la conexión entre el cubismo y T.S. Eliot.
Pero, desde hace algunos años, cuando estoy en una fiesta y alguien me pregunta “¿A qué te dedicas?» la señora Blanton recibe casi siempre las mismas reaciones:
“Ooooohhh, vale. Bailarina de danza del vientre. Eso es… muy interesante o «Haznos unos movimientos sexys, anda!». Y, por último, mi favorito: “¡Uuuuh, señoras, sujetad a vuestros maridos porque a continuación llega la bailarina de danza del vientre!”.
Un siglo después tenemos que seguir enfrentándonos a la percepción popular de nuestro baile como el cliché erótico-circense de la era victoriana.
Estoy de acuerdo con Morocco (www.casbahdance.org) cuando lamenta el momento en el que aquel promotor de la feria mundial bautizó a nuestro baile como belly dance como si solo tuviera que ver con nuestro ombligo.
No es que yo quiera negar la naturaleza sensual de nuestro baile. Muy al contrario, la celebro. Adoro la manera como nuestro baile ama el cuerpo de la mujer, sus curvas, su fuerza, su suavidad.
Pero la sensualidad es solo una dimensión de esta danza igual que es solo una dimensión de la mujer. Limitar nuestro arte al reino de lo «sexy” es limitar nuestra gama expresiva y empobrecer espiritualmente lo que hacemos, cuando podemos dirigir nuestras habilidades a objetivos mucho mas elevados que a dejar atónitos a los invitados de una cena.
Nadia Gamal y Tahia Carioca decían que debemos saber bailar amor, odio, pena, muerte y sueños. Nadia Gamal dijo: ”Yo no soy belly dancer. Nunca he sido una y nunca lo seré. Lo que yo hago no es lo que vulgarmente llaman en Hollywood «belly dance», lo mío es arte. He viajado por todo el mundo para probar que mi danza no es la “danza del ombligo”, sino una refinada y artística danza llena de tradición, de ilusión y belleza. La danza oriental es sobre todo una danza de expresión.”*
¿No somos mujeres complejas, expresivas? ¿No tenemos ojos, oídos, mentes y corazones igual que caderas, pechos y ombligos? Nuestros pies tocan el suelo, pero… ¿Quién dice que nuestra danza únicamente puede ser terrestre? ¿No podemos salirnos del molde, llevar nuestra mirada mas allá, atravesar el horizonte y conquistar el reino de las ideas, aspiraciones y Mitos?
Podemos invocarlos e inspirarnos, como hacen las musas. Es entonces cuando comenzamos a descubrir que nuestros movimientos tienen un potencial de significado mucho mas profundo del que inicialmente pensábamos.
La legendaria Isadora Duncan dijo una vez: “La danza, en mi opinión, tiene como propósito la expresión de de los mas nobles y profundos sentimientos del alma humana: aquellos que dejaron en nosotros los dioses, Apolo, Baco, Afrodita… La danza debe implantar en nuestras vidas una armonía que brille y lata. Ver en la danza únicamente la frivolidad y la diversión placentera es degradarla.” **
Llegué a la danza de Isadora Duncan en Delphos (Grecia) en un simposio de poetas, estudiantes de la mitología, bailarines y filósofos. Delphos era un lugar sagrado en el mundo antiguo, uno de esos lugares de peregrinación que fueron hechos para buscar conocimiento y sabiduría.
Estas colinas mágicas y estas ruinas de templos también fueron sagrados para Isadora, que viajó hasta Grecia en busca de la fuente de la “danza natural”.
Ella era revolucionaria radical, una americana de la era victoriana que públicamente renegaba de las “antinaturales” manera estrictas del ballet alimentadas por el estrecho punto de vista victoriano del cuerpo y el sexo. Acogió las túnicas sueltas y sandalias… ¡Se acabaron los corsés para ella! Inicialmente ridiculizada en América, siguió a su musa hasta Grecia.
La inspiración le llegó de la naturaleza y de los maravillosos mitos griegos que se encuentran en nuestra conciencia colectiva. Héroes, diosas, bestias, ninfas y musas constituyeron el inmenso manantial de imaginería a partir del que Isadora creó una danza atemporal de elegante patetismo.
Isadora sacudió todo mi mundo. Y, aunque me sería imposible ni tan siquiera comentar a desentrañar aquí toda la filosofía de Isadora, trataré de compartir con vosotros como ha afectado directamente a mi manera de bailar y como todo esto queda reflejado en los workshop que sobre este material imparto por el mundo.
Lo primero de todo, Isadora Duncan me ha llevado a usar mis ojos (mi visión e inteligencia). Mira mas allá y tu expression irá lejos. Baila para Dios (o los dioses, si así lo prefieres), baila por altos ideales, ideas, visiones.
En la técnica Duncan lo primero que aprendemos es a dirigir nuestra mirada, llevarla a través del plexo/chakra del corazón, y después desplegar un movimiento o gesto. Los miembros del cuerpo estarán al servicio de nuestra intención e inteligencia, no al servicio de nuestro alrededor, especialmente las manos.
Las manos tratan de controlar todo lo que hacemos. Tengámoslo en cuenta. Todos trabajamos con las manos. No importa lo que hagamos. Ya sea tecleando en un ordenador, cortando verduras, segando el césped, ordenando papeles o tejiendo jerséis. Estamos muy dominados por nuestras manos, que tienden a, prácticamente, pensar por sí solas. Echa un vistazo a como tus estudiantes (o tú mismo) las utilizáis. La tendencia es a que las manos sean las que dirigen los gestos. Isadora decía: «Dirige con la mirada, llévala a través del plexo y termina en la mano, el brazo o cualquier parte del cuerpo. Despliégate.»
Las extremidades están al servicio de la inteligencia y la intención. En mis workshops, inspirados por Isadora, especifico las maneras de añadir significado y profundidad a la danza a través del uso de la “ linea de la mirada” como herramienta para extender nuestros movimientos.
El trabajo de la técnica Duncan usa el plexo solar como centro de la intención y fuente de motivación del movimiento. El chakra del plexo solar es nuestro sol interno. Cuando lo ponemos en marcha encendiéndolo alumbra el exterior, nuestro aspecto entero cambia y nos transformamos en orgullosas y nobles versiones de nosotros mismos. Podemos también alumbrar nuestro interior haciendo nuestra danza introspectiva y sublime en lugar de exuberante y radiante. Localizar y activar este centro fue crucial para Isadora como lo fue también para la notable bailarina Martha Graham.
Sin duda alguna esto es para nosotras, las bailarinas de danza oriental, todavía más importante porque nos da un punto mas alto en nuestro eje central con el que podemos conectar con la energía de nuestras pelvis. No solo eso, sino que nos permite refinar esas energías transportándolas a los chakras superiores, donde podemos repartirlas por el mundo que nos rodea. Bailar a través del plexo solar nos da una digna y noble postura, personalmente pude observar una “elevación” de mi forma de bailar que no encontraba antes de exponerme a la técnica Duncan. Igualmente importante es que trabajando con el plexo nos ayudamos a “poner corazón” en nuestro baile, dando así una “calidad emocional” sincera a nuestra danza.
En mis clases compartiré las técnicas para acceder a la energía del plexo solar y como desplegarla a través de gestos clásicos. Utilizaremos tanto imágenes creativas como ejercicios físicos a este propósito.
Por ejemplo, en mis workshops sobre el elemento agua, presento no sólo mis propias “meditaciones bailadas” nacidas de incontables horas pasadas en el mar, también secuencias tomadas del amor de Isadora por la naturaleza y, especialmente, por las olas. Isadora amaba la belleza de la curva, la cresta de la ola y el paso ondulante que la sigue. Como la fluidez y la propagación de secuencias eran parte de una belleza en movimiento, con el principio de que todo movimiento natural debe nacer de otros movimientos.
Ningún elemento inspira mejor que el agua. Sólo tienes que pensar en los remolinos de un estanque o la marea que se lleva todo detrás de sí. Las cualidades simbólicas del agua conectan con nuestras emociones y subconsciente. Nuestros sueños mas profundos empujan nuestras almas misteriosamente como la luna empuja las mareas. Estas imágenes y otras son mi manera de presentar un camino para acceder a los misterios del agua. También doy ideas de como extender y añadir fluidez a los movimientos. De nuevo a través de imaginería, atención y gesto.
He sido agraciada con el honor de viajar por el mundo y compartir la influencia que la filosofía de Isadora Duncan ha tenido en la mía propia. Ella puso, en el mejor de los sentidos, la danza patas arriba y yo espero que todos aquellos que acuden a mis clases hagan su propia conexión con esta gran fuente de inspiración que tiene el poder de infundir en nuestro baile la belleza atemporal, la magnificencia de significado, y la más absoluta y artística de las gracias.
Traducción Qamar al-Nahr.
* (Scoop Magazine, www.shira.net/quotes.htm).
** ( Duncan, Isadora. “The Great Source”, The Art of the Dance p. 103).
2 Responses to “Lo que Isadora Duncan puede darle a la Danza Oriental.”
05/10/2014
margot hernandezhermosa tu experiencia y de sabiduria estas llena por que te viene del cielo.estas vendecida y envidiada por muchas.desde muy niña esa era mi pasion la danza pero no pude alcanzarla solo hasta ahora a los 30 años de edad sera que dios me tenia guardado ese regalo y cuando conoci la danza del vientre y el flamenco con mi profe larissa vesci me enamore mas de ella y es mi pasion mi vida y mi todo y quisiera conocerla mas y saber mas de la danza y de las bailarias sabias como tu y bailarle a dios por todo el mundo entero y eso es lo que le pido cuando hago mis oraciones.que dios te siga bendiciendo en salud y sabiduria y escribeme por que sueño danzar junto con tigo cuando dios quiera.y amem.
30/09/2014
lilaque libro sugieres para entender este tema