Por Gemma Martí.
Mis pies hoy están de fiesta. Pisar estas calles de Granada es como un regalo, un descanso a sus jornadas de baile. Me llevan y me llevan entre jazmines y rosas, entre la gente y el olor a incienso y a té recién hecho de la calle Elvira… y allí me acuerdo de él.
No puedo evitar entrar en una de esas antiguas teterías que, con sus lámparas de mil cristales y colores adornando el techo y las paredes, sus bellas alfombras mágicas y esa olor peculiar, te transportan a los paisajes de las mil y una noches. Me pido un té, que me lo sirven humeante y con un penetrante olor a hierbabuena. Miro a mi alrededor y todo está en paz. Las personas conversan a media luz, otras están pensativas, y alguna sola, como yo, disfrutando del sabor y de la música melódica que hace que inconscientemente mueva mi torso al son de la vida. Inevitablemente pienso en él… En cada rincón veo su sonrisa… Miro al fondo y veo una mujer que lee un libro, me mira y sonríe. Después de todo quizás no estoy tan sola.
Vuelvo de nuevo a respirar ese aire embrujado de las callejas de Granada, y camino… y me impregno de calma y de las palabras lejanas de los vendedores de cuero, pañuelos de monedas, henna y alhajas diversas que se amontonan por el Albaycín. Hasta percibo el olor a incienso que se ha quedado en mi pelo.
Algo me lleva a esa calle que sube a la Alhambra, la cuesta de Gomérez, avanzo y sonrío pensando en la de cosas bonitas que me ha dado la vida, y vuelvo a pensar en él, porque él hace mi vida bonita… y voy subiendo, mis latidos se hacen más notables… creo que serán por la subida o quizás por pensar que él pueda estar allí.
Una brisa fresca me roza la cara y respiro hondo notando un intenso olor a naturaleza, a agua, a vida… Ante mí aparece el bosque más encantado del mundo, el que encierra más sentimientos escondidos, el que ha visto mil historias románticas entre sus piedras, entre sus flores, el que ha sido testigo de años de historia.
Observo a mi alrededor y me doy cuenta de que la naturaleza está bailando para mí. Las ramas de los árboles me ofrecen una preciosa coreografía improvisada dejándose llevar por esa brisa que me abrazó la cara. El agua sinuosa y fresca recorre su camino retándome a sentirla y no puedo evitar mojarme los pies, y en ese estado de comunión con la naturaleza miro a lo lejos… y desvío la mirada… No puede ser… Esa figura que veo a lo lejos no puede ser él… Vuelvo a mirar. Soy muy curiosa y no puedo evitarlo y, no hay duda, distingo su sonrisa y su luz aún a lo lejos. Es él.
Las hojas del bosque disimulan mis manos temblorosas. No sé si lograré levantarme sin caerme… pero lo hago. Y, disimulando mi alboroto interior, me limpio mi vestido blanco de la tierra del suelo, me pongo mis sandalias con los pies mojados y mi sonrisa ya es imparable mientras sigo subiendo a la Alhambra… Creo que mi corazón se va a salir de su sitio cuando vea a un impactante hombre maravilloso, portador de la rosa más bella que jamás mis ojos han visto, y rodeado de un halo angelical con esa camisa blanca de lino que ondea al son de esta brisa que lleva acompañándome todo el tiempo.
Cuando estoy a escasos metros de él y ya noto su energía preciosa mi sonrisa se transforma en unas lágrimas… sonrío y lloro… y su mano toca mi mejilla y me llena de paz, y en ese momento el mundo deja de ser mundo porque no sé donde estoy, me he transportado al mundo de la emoción.
“¡Señorita! ¡Señorita! Ya hemos llegado” me dice la azafata de mi vuelo a Granada al ver que estaba profundamente dormida… sonrío y… miro mis pies. Están secos. Mis ojos no.
4 Responses to “Granada, agua oculta que llora”
28/03/2013
GemmaEmbrujada ando por las calles empinadas del Albaicin, deslumbrada por las blancas paredes y el intenso color fucsia de las flores que las adornan. Una pareja de enamorados se come a besos bajo un portal morisco con mosaicos de mil colores… Giro hacia la cuesta Gregorio y me sorprende la voz quebrada de una mujer que ensaya el cante que ofrecerá esta noche. La Alhambra allá en lo alto es testigo de tanto arte y belleza. Un joven un tanto desaliñado regala «poemas» en la carrera de Darro y un grupo de jóvenes con guitarra y cajón flamenco regalan los sentidos en el mirador de San Nicolás. Sedas de colores, pieles y olor a incienso acompañan mi paseo y un té moruno asoma humeante en una de las teterias de la calle Elvira… estoy totalmente enamorada de Granada.
25/09/2011
CarmenSolo puede escribir esto UN corazón sensible y una mujer con INTUICIÓN, una ARTISTA… Como dice mi profesora de flamenco Bailar es SOÑAR con los pies. Un relato BELLISIMO.
16/09/2011
GemmaLa esencia de la vida… el amor, que hace que vayamos por el mundo flotando y fijándonos en el color del cielo, en el azul del mar, en la arena rojiza del desierto y en ciudades tan bellas como Granada. Que historia más bonita… Por un momento he andado con mis pies mojados… y Zoraida!! me ha encantado leer este poema. Gracias Añil, por emocionarnos.
10/09/2011
ZoraidaEl relato me ha emocionado. Es bellísimo. Soy una enamorada de Andalucía y de Granada. Con permiso comparto el poema completo de Manuel Machado.
Cádiz, salada claridad… Granada
agua oculta que llora.
Romana y mora. Córdoba callada.
Málaga, cantaora.
Almería dorada…
Plateado Jaén… Huelva: la orilla
de las Tres Carabelas.
Y Sevilla.