Por Larissa Vesci.
En el universo gitano España ha dado a luz un género artístico per se, erróneamente confundido con el folklor o expresiones populares, el Flamenco.
El Flamenco tiene dos raíces principales. Por una parte, la folklórica local de ancestralidad pre-hispánica y, por otra, una raíz plena de manifestaciones del mundo de la danza oriental. De esta última extrae varios tipos de expresiones clásicas y folklóricas de distintos puntos geográficos del Norte de África, Medio y Lejano Oriente, transmitidas por pueblos errantes. Estas expresiones artísticas, al ser alejadas de sus puntos de origen, llegaron a la Península Ibérica de forma degenerada o deformada conforme a los fundamentos originales de cada estilo.
Todos los elementos orientales, junto a lo que había evolucionado en tierras ibéricas antes de que España fuera un país como tal, se mezclaron culturalmente de forma natural entre grupos de exclusión social. Los barrios del Sacromonte y Albaicín, en Granada, constituyeron uno de los territorios emblemáticos donde se fusionaron esos primeros encuentros.
También influyó la mezcla entre distintos estratos sociales; verbo y gracia, cuando danzarinas gitanas y sus patronas de la aristocracia local mezclaban bailes cortesanos y cadencias gitanas.
La evolución del Flamenco continuó con experimentos artísticos casuales en centros de reunión (colmados, casas privadas y tabernas) en los que interactuaban gente amante de la vida bohemia, el mundo taurino y las fiestas.
Todos estos elementos hicieron que, finalmente, surgiera un arte con personalidad propia y lleno de riqueza que se eleva como arte grande, siendo el foco de su génesis la región de Andalucía.
CANTE, BAILE Y TOQUE
El Flamenco tiene tres pilares que lo sustentan: cante, baile y toque, siendo el cante de donde parte lo demás. En él se destaca la presencia de las melismas propias de los cantos orientales vinculados con el mar Mediterráneo. En el Flamenco el cante se expresa con enorme expresividad emocional y tiene un sello propio que lo diferencia de los otros cantos melismáticos.
La melisma es el cambio de notas de una misma sílaba. En principio era una técnica de vocalización vinculada con ritos primigenios de la Antigua Grecia (como los asociados con la adoración de las diosas Deméter y Perséfone). Este tipo de ejecución facilitaba los estados de trance. Por otra parte, las melismas también forman el cuerpo expresivo de los cantos Gregorianos, que constituyen una influencia marcada en el cante flamenco.
El baile es la expresión más llamativa en escena. Su ejecución nace para interpretar emocionalmente a la letra (lo que expresa el cantaor) dentro de un conjunto de pasos o marcajes. El baile sirve también de «director» escénico y musical con la actuación del bailaor gracias a unos códigos que se realizan con zapateos y otras partes del cuerpo, indicando la sucesión de las diferentes fases de la pieza. En cada fase una parte del grupo tiene protagonismo (unas veces el cante, otras la guitarra o toque y otras la del bailaor) en tanto interactúan entre sí para realzar el rendimiento de la comunicación con el público.
El baile flamenco es un tipo de lenguaje que se expresa de dos maneras: a través del marcaje o composiciones coreográficas coherentes con la letra del cante y con un ritmo específico y el zapateo, vinculado con la comunicación rítmica musical del bailaor.
Generalmente cada fase de una pieza musical comienza y termina con una “llamada” y entre medias puede haber composiciones musicales o “escobillas” que delimitan ciertos cambios. Los finales o “remates” hacen énfasis en el final de determinadas frases musicales. El baile flamenco tiene la característica de que quien lo interpreta en escena es en el mismo momento actor, músico, danzarín y director musical in situ.
El toque es representado por la guitarra, instrumento que se introdujo en el flamenco en el siglo XX, por tanto, más tarde que el cante y el baile y tomando el lugar de sus predecesoras bandurrias y vihuelas. Las palmas (o aplausos estructurados) asisten a la música y el baile para identificar el ritmo y su tempo, así pues, se convierten en otro instrumento más. La evolución artística ha aportado gran variedad de instrumentos, como el cajón peruano, introducido en 1977 por Paco de Lucía tras un trabajo experimental con músicos latinoamericanos. En todo caso, la guitarra es la protagonista del toque.
TERMINOLOGÍA FLAMENCA
Arrancarse: Iniciar la interpretación de un baile o cante.
Braceos: Movimientos de los brazos en el flamenco (es el equivalente del port de bras en el Ballet).
Cante de atrás: Cante que se hace para el baile.
Cante alante: Cante que se ejecuta con acompañamiento de la guitarra para ser escuchado, sin baile.
Contratiempo: El acento en los espacios entre tiempo y tiempo.
Desplante: Momento del baile en el que se cierra un segmento o como remate de otros pasos. Generalmente se expresa con un golpe del pie en contra del suelo y realizando una postura muy característica de la estética flamenca.
Duende: Sensación que va más allá de la técnica, la interpretación o inspiración. Corresponde a un estado alterado de consciencia que surge durante la actuación del intérprete.
Falseta: Parte de la pieza en la que el guitarrista interpreta una composición específica. Se hace entre las diferentes letras del cante.
Jalear: Expresiones que se hacen para animar al intérprete durante su ejecución como solista.
Letra: Cada una de las estrofas que componen el cante.
Marcaje: Es la composición coreográfica de pasos que hace el bailaor durante el segmento del cante.
Palillos: Nombre que se le da a las castañuelas en el ámbito del flamenco.
Palo: Cada uno de los ritmos del flamenco.
Pellizco: Sucesión rápida de movimientos mínimos en un corto espacio de tiempo que se presentan en algún momento de la secuencia de la interpretación. Tiene la característica de conmocionar y aparecer de forma inesperada.
Pitos: Chasquidos que se hacen con los dedos para apoyar la evolución rítmica dentro la interpretación del baile.
Tablao: Espacio en el cual se llevan a cabo espectáculos de flamenco.
ESTILOS
El baile flamenco responde hoy a dos estilos fundamentales, representativos de la visión de dos figuras. Por un lado el estilo «farruquero«, que sigue el patrón de Antonio Montoya Flores «Farruco» y, por otro, el teatral, promovido por Antonio Gades. El primero goza de más afinidad con los rasgos dionisíacos y con una técnica definida dentro de una interpretación sin argumento. El segundo lo hace con los estilizados, dentro de un contexto de estructura argumental.
El flamenco como género artístico se concibe, casualmente, alrededor de 1831, en los Bailes de Candil, es decir, en reuniones que se hacían en botillerías, tabernas o casas modestas. El nombre se debía al alumbrado pobre: únicamente se contaba con candiles (lamparillas de cobre o hierro) y en muchas ocasiones bajo el resplandor de la luna llena en los patios de tales espacios. En ese entorno se observaron las primeras representaciones elementales de un tipo de danza no conocida antes. Era un baile aún no catalogado. Se trataba de asociar al folklore de Andalucía y, de hecho, formaba parte de actuaciones en las que se exhibían bailes andaluces de la época. El epicentro era Triana. En esos lugares se reunían personas variopintas, de extracción popular y diferentes oficios, siendo muy protagónicas las cigarreras que laboraban en la Fábrica de Tabacos de Sevilla.
Escénicamente hay tres primeros nombres que registra la concepción artística del flamenco: un cantaor de mote «el Barbero», un guitarrista llamado «el Colirón» y en el baile, una moza veinteañera a quien nombraban «la Candelaria». Estos eran aficionados que en sus ratos libres se reunían y actuaban de forma improvisada. La mayoría de esos aficionados desempeñaban oficios como artesanos, de herrería o como cigarreras.
Con el tiempo, tanto los espacios físicos como la naturaleza de las actuaciones fueron cambiando, hasta evolucionar a los «Cafés Cantantes» (cuya creación surge sobre 1853- 1862). Eran centros en los que se presentaban espectáculos profesionales.
Acerca del primer baile flamenco profesional descrito de forma detallada, está el de una Rondeña, ejecutado por «la Perla» y su amante «el Xerexano”. El historiador Serafín Estébanez Carderon registró lo siguiente:
«El pie pulido de ella se perdía de vista, por los giros y vueltas que describía, y por los juegos y primores que ejecutaba; su cabeza airosa, ya volviéndola gentilmente al lado opuesto de por donde serenamente discurría, ya apartándola con desdén y desenfado de entre sus brazos, ya orlándola con ellos, como queriéndola ocultar y embozarse, ofrecía para el gusto las proporciones de un busto griego para la imaginación, las ilusiones de un cuerpo voluptuoso. Los brazos mórbidos, de linda proporción, ora se columpiaban, ora los alzaba como en éxtasis, ora los abandonaba como en desmayo, ya los agitaba como en frenesí y delirio, ya los sublimaba o derribaba alternativamente como quien recoge flores o rosas que se caen. Aquí doblaba la cintura, allí retrepaba el talle, por doquier se estremecía, por todas partes circulaba, ora blandamente como cisne que hiende el agua, ora ágil y rápida, como sílfide que corta el aire. El bailaor la seguía menos como rival en destreza que como mortal que sigue una diosa. Los cantadores y cantadoras llovían coplas para multiplicar otras mudanzas y nuevas actitudes.»
Asimismo, intérpretes como el Planeta, el Fillo y Juan de Dios, conformaron una plataforma en el cante dentro de los albores del flamenco. Es importante señalar que si bien Sevilla/Triana fue un notable centro en la concepción del flamenco, en la provincia de Cádiz se gestó esa expresión a la par que en Sevilla. Al mismo tiempo se organizaron salones y academias en las que la gente iba a estudiar, a la vez que participar u observar eventos privados. Don Manuel de la Barrera fue pionero en la creación de escuela formal.
Dos de los bailes que gozaban de mayor popularidad para aquel entonces en la enseñanza eran las Seguidillas gitanas y el Panadero. En Granada, aproximadamente en 1840, surgió un estilo local, consanguíneo con el flamenco, cuyas danzas y cantos se enraizaban con una mezcla de expresiones de clara ascendencia gitana y mora. Las actuaciones, de naturaleza profesional, se realizaban en el marco de las zambras, las cuales se organizaban en casas o cuevas de los barrios del Sacromonte y Albaicín. En ocasiones extraordinarias, especialmente cuando se sabía de la presencia de un espectador importante, y si las posibilidades económicas lo permitían, se trasladaban a fondas granadinas. Las danzas más representativas de las zambras eran: la albolá, la cachucha y la mosca. Las zambras se esculpieron como tal entre 1860 y 1870 y las más emblemáticas fueron las de Antonio Torcuato Martín «el Cujón».
El Café Cantante fue fundado formalmente como tal en 1881 por el cantaor Silverio Franconetti. En esta época y espacio se establecieron las bases para lo que a futuro sería un «Tablao». En los tablaos, hasta aproximadamente 1910, artistas gitanos y no gitanos, profesionales y aficionados con intenciones de profesionalizarse, acrisolaron los fundamentos y reglas del flamenco tal y como lo conocemos hoy día.
Fue a partir de 1914 cuando el baile flamenco entró en una nueva etapa escénica gracias a Antonia Mercé, «la Argentina», responsable de elevarlo a los teatros, incorporando la orquesta, técnicas del Ballet Clásico y la posibilidad de hilo argumental en una obra. Posteriormente, en 1955, se creó un heredero de los Cafés Cantantes: el Tablao flamenco, en el que las figuras actuaban, alternando sus funciones con las del teatro o festivales. Hasta los tempranos 70’s gozaron de gran popularidad, siendo una época de gloria para el flamenco.
El baile flamenco ha sido producto de la generosidad de innumerables fuentes, desde pueblos que emigraron desde oriente hasta colonias españolas en América, pasando por expresiones locales folklóricas y clásicas como la Escuela Bolera.
El flamenco ha sido, asimismo, uno de los pilares el Ballet Clásico Español. Es una manifestación que ha llegado a los altares del arte en el mundo y aún así es prolífico y agradecido.
Hoy día está observando un estilo filial que está naciendo en América: el Flamenco Latinoamericano, que se apega más a la raíz folklórica española del flamenco (especialmente, la andaluza) y une sus expresiones con las folklóricas locales de herencia hispana y similares bases rítmicas (Joropo o Seis por Derecho venezolano con Bulerías o Fandangos de Huelva; Jarabe Tapatío mexicano con Tanguillos Flamencos…). En tanto se utilizan instrumentos locales (arpas, maracas, cumaco, bongó…).
Por otra parte, como heredero dilecto de la Danza Oriental gracias a su raíz gitana, está observando la creación de un sub-género, con primos artísticos lejanos, el Raks Flamenco o Flamenco Oriental y sus variantes.
La influencia gitana en el flamenco ha sido determinante. Hay clanes familiares que marcan la pauta y son una especie de conservatorios vivientes. Es el caso de la familia Pinini, de la que han salido artistas hoy día considerados mitos.
El flamenco es uno de los bailes con más riqueza rítmica. Existen más de medio centenar de palos de cante y baile. Para determinar un palo se tiene en cuenta el ritmo, la letra y la composición de las estrofas y tonos. La medición se ubica en dos tipos básicos de ritmos: los de compás binario y los de compás ternario.
En su esqueleto musical han intervenido influencias de todas partes que se han sumado a estilos de folklore local que se han aflamencado, por ejemplo: los Fandangos de Huelva, las Sevillanas flamencas, la Jota aragonesa antes de ser convertida en Alegrías, etc.). También se han incorporado palos creados artificialmente, lo que ha contribuido a la aceptación del flamenco en todo el mundo.
PALOS DEL BAILE FLAMENCO
– Alboreá.
– Alegría.
– Bambera.
– Bandolá.
– Bulería.
– Cabales.
– Campanillero.
– Cantiña.
– Caña.
– Caracoles.
– Carcelera.
– Cartagenera.
– Colombianas.
– Debla.
– Fandango.
– Farruca.
– Garrotín.
– Granaína.
– Jabera.
– Jaleo.
– Livianas.
– Malagueña.
– Martinete.
– Petenera.
– Polo.
– Romera.
– Rondeña.
– Rumba.
– Siguiriya.
– Serrana.
– Sevillanas (flamencas).
– Soleá.
– Tangos.
– Tarantos.
– Tientos.
– Verdiales.
– Vidalita.
– Zambra mora.
– Zorongo.
Carmen Amaya (baile), Camarón de la Isla (cante) y Paco de Lucía (toque) han sido tres figuras que han marcado un antes y un después. Sus respectivos legados han sellado la escultura del Flamenco como tal.
Una vez que nos hemos metido en la piel de los gitanos de España y acercado a su creación más estelar, el Flamenco, recibimos en esta caravana a quien es una leyenda en vida y parte del alma universal del Flamenco: Olga Marcioni «La China». Con ella nos acercaremos a un oasis con aguas de magnífico conocimiento y sensibilidad. Aguas que, igualmente, nos beneficiaran con las sales de su preciosa vida.
¡Comparte con nosotros este interesante viaje junto a «Mamá China«!
One Response to “Flamenco, el descendiente estelar de los gitanos”
29/09/2017
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