Por Larissa Vesci.
LOS GITANOS DE ESPAÑA
Carmen, la musa gitana más conocida en el mundo, proviene de un un grupo hermético y errante de la Península Ibérica, en el que sus hombres destacan por los oficios de herreros y criadores de caballos; y sus mujeres por la danza, la lectura de la buena fortuna y la elaboración de filtros mágicos (especialmente para temas relacionados con el honor).
En España los gitanos han tenido asentamiento inicial en la región de Andalucía; especialmente en Triana, Jerez y Granada (Sacromonte y Albaicín). Socialmente, las pistas de sus orígenes las da el gitano Balthasar Montes: «Venimos de Egipto o más lejos». Sus raíces pre-artísticas conocidas, para lo que siglos más tarde se convertiría en un arte en sí mismo, el flamenco, hacen clara referencia a su génesis en el cante, que surge de la queja de la galera (muchos gitanos trabajaban como remadores en una de las situaciones históricas de esclavitud y exclusión social de las que fueron objeto en el sur de Europa). Con el tiempo, fue convertido en un modo de expresión conocido entre la mayoría de los gitanos hasta evolucionar en cante. Este fue esculpiéndose en el tiempo con influencia autóctona, persa, iraquí, semítica, helenística, berebere, religioso-católico y laico para más tarde ser catalogados en los albores del arte flamenco como Tonás, Siguiriyas y Soleás.
Por otra parte, las primeras huellas registradas como baile comercial las tenemos como una danza «atrevida» en el «Libro de la Gitanería de Triana de los años 1740 a 1750»:
[…] para la danza, son las gitanas muy dispuestas… Una nieta de Balthasar Montes, el gitano más viejo de Triana, va obsequiada a las casas principales de Sevilla a representar sus bailes y la acompañan con guitarra y tamboril dos hombres y otro le canta cuando baila. Es tal la fama de la nieta de Balthasar Montes que el año pasado […] fue invitada a bailar en una fiesta que dio el Regente de la Real Audiencia recibiendo obsequios de los presentes…».
«Para la gente de su raza, la libertad es todo».
Prosper Merimée («Carmen»).
ESPAÑA: EDÉN Y AVERNO PARA LOS GITANOS
Si hay un pueblo que ha conocido el clímax del conocimiento de un paraíso terrenal a la vez que la indefensión total en el mismo lugar, ha sido el de la musa de Prosper Merimèe.
La historia registra la llegada de los gitanos a España a mediados del siglo XV (oficialmente en 1452). No obstante, en el noreste de España se hace referencia a su llegada a la capital catalana en 1447 (Anales de Cataluña), como cíngaros provenientes del Norte de Europa y quienes poseían documentación con firma papal de aquel entonces. Algunos investigadores coinciden en que su presencia se remonta a los años 1415-1420 (un grupo anterior que vino por la vía del norte de África vinculado con las tropas sarracenas en la época ibérica de Al-Andalus).
En principio esta población de extranjeros se desplazó por todo el territorio español, logrando un cordial entendimiento con los habitantes locales. Entre ambas congregaciones de forasteros, una proveniente de Europa y la otra de África, existían aspectos poco comunes entre sus lenguas y hábitos. Sin embargo, habían etiquetado a sus miembros por igual como «gitanos» o «románigos».
Ciertamente, España era una especie de Edén, con abundancia de recursos y gente amable para con los «gitanos». No obstante, a partir de la conquista protagonizada por los Reyes Católicos, estos extranjeros sufrieron diversos tipos de discriminación: unas veces siendo obligados a profesar la fe católica, otras a ser expulsados del país o a ser esclavizados, hasta culminar en un infierno en vida cuando fueron víctimas de la Gran Redada o Prisión General de los Gitanos (ordenada por Fernando VI en 1749) y en la que, por una actividad diseñada y dirigida por el Marqués de la Ensenada y organizada dentro de los lineamientos de secreto de Estado, se obligó a «prender a todos los gitanos avecindados y vagantes en estos reinos, sin excepción de sexo, estado ni edad, sin reservar refugio alguno al que se haya acogido».
Siendo los gitanos pertenecientes a un ámbito social de carencia de leyes y vida nómada, hubo una posibilidad de ser incluidos socialmente a través de una política de asimilación creada por Carlos III en 1783, en la cual se otorgaba ciudadanía a los gitanos a cambio de abandonar los hábitos y costumbres vinculados con su etnia (uso del idioma caló, forma de vestir, nomadismo, etc.). Muchos se bautizaron y fueron apadrinados por señores que les otorgaron sus apellidos, mimetizándose así con la sociedad española. A partir de allí surgiría un caldo de cultivo para, junto a otros grupos esencialmente marginales (judíos, moros y otros) manifestaran de forma oculta sus expresiones autóctonas de cante, música y danza, que con el tiempo se mezclarían para convertirse en la semilla de lo que nacería más adelante como arte flamenco.
«Me hechiza el flamenco con olor a sándalo, con ecos del desierto y címbalos que laten al compás del misterio de tiempos ancestrales escondidos en la historia y que, repentinamente, se escapan del pasado apareciendo como olas del mar ondulando sus sonidos en aguas de melismas que surgen del corazón de la Madre Tierra».
Larissa Vesci.
El flamenco es el descendiente más poderoso y estelar de la danza oriental, heredando los genes dominantes gitanos de la misma.
«SUETÍ CALLÌ» (PUEBLO GITANO)
Caló: idioma de los gitanos de España.
En la novela de «Carmen» su protagonista masculino, Don José, se refiere a un lenguaje extraño que hablaban los gitanos entre si. Y, ¿cual es ese idioma? Se trata del caló, que es una variante de la lengua romaní. También se le denomina romaní ibérico o zincaló. Éste, a su vez, es contentivo de derivaciones o dialectos propios de diferentes puntos geográficos en la Península Ibérica y antiguas colonias latinoamericanas.
La lengua romaní, por su parte, viene de dos lenguas madres: el sánscrito y el zend.
El sánscrito está relacionado con el bengalí (idioma hablado en el este de la India, específicamente en la región del Ganges) y Alto Indostán. También está enraizado con la jerga mongolo-indostana (mezcla de persa, árabe, turco y que comenzó a hablarse después de la conquista de los mogoles). El zend es la lengua de donde proviene el persa moderno. Fue introducido en la India por los guerreros conquistadores. Cabe destacar que los dialectos hablados en la zona occidental, en el Sind, así como la lengua gitana tienen más acercamiento al persa.
A continuación podemos observar algunas palabras en caló y su significado en español.
Adalí: Madrid.
Adaluñó/Adaluñí: Madrileño, madrileña.
Ajili: Azahar.
Bujuco: Bastón.
Beré: Galera (embarcaciòn y carro).
Berjé/Berjì: Bello, bella.
Busné/Busnó: Extraño, bárbaro, gentil.
Calé: Moneda.
Camelar: Querer, consentir, enamorar.
Chiquen: Tierra, país, patria.
Chiró: Tiempo, época.
Chojindia: Saya, falda.
Dundí: Candil.
Jimiloy: Suspiro.
Sacais: Ojos.
Silaró/Silarí: Potente, poderoso, poderosa.
Sosinga: Cintura
Terebidere: Dios, Señor Supremo.
Terqueloy: Brindis.
Trequejarus: Estudiante.
Turní/Turania: Cueva.
Tutum: Lobo.
Ulilla: Sevilla.
Undebel: Dios único. Ser Supremo.
Yejala: Ama, dueña.
Yerú: Lobo.
«Berjí sata as ughurgañis… Sos minbés sacais tue diquele»
(Bella como las estrellas… Que mis ojos te vean).
Continuaremos nuestro viaje a través de las danzas orientales en el… UNIVERSO GITANO.
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