Por Larissa Vesci.
Tenemos el privilegio de recibir en esta preciosa caravana a una persona que tiene la extraña fortuna de ser testigo de su propia leyenda en vida: Olga Marcioni, «La China».
Su evolución hacia ese status ha sido producto de un proceso natural y secuencial de popularidad, fama, celebridad y leyenda, con el añadido de poseer una cualidad escalofriante: la de reinventarse a sí misma y estar siempre «de moda» sin cambiar de piel.
La China se inició en la danza casi en el mismo momento en que comenzó a hablar. Como «gitana» de corazón que soy, creo fervientemente que una mitad de nuestra vida está marcada por el destino y plasmada en las estrellas y la otra está compuesta por el libre albedrío propio. En todo caso, hay personas e historias que nos llevan a pensar que hay seres indudablemente predestinados.
Si el flamenco como lo conocemos hoy día no tuviese las bases que lo precedieron Olga Marcioni, «La China», las habría inventado y, poco a poco, vamos entendiendo el porqué.
Muchos estudiantes de flamenco y bailaores que lean esta entrevista podrían preguntarse: «¿Dónde encontramos a la China?» La respuesta es: En todos los estudios y escuelas de flamenco del planeta.
La maestría es un don que nos permite entender el fenómeno de la ubicuidad. Un buen maestro que ha formado generaciones, con calidad técnica y profesional, amor y pasión por lo que hace, fácilmente se perpetua en la piel, la sangre, los huesos y el alma de sus discípulos. Cuando la actividad escogida es el flamenco, esa cualidad se eleva a la octava superior de la nota. Artistas de referencia con notoriedad mundial y de ámbito regional de esta etapa del flamenco han pasado por la enseñanza directa de la China. Siendo de beneplácito el hecho de que esta maestra, el día que le toque irse del plano físico, se marchará con la tranquilidad de que hay aproximadamente cuatro generaciones continuando su legado.
Desde muy joven comenzó a formar a personas mayores que ella, contemporáneas y menores, y hoy día continua la saga artística en espíritu iniciada por ella. Cada vez que se trabaja un estudio o «tabla» de pies con el fin de tener un banco de percusión enmarcado por una composición rítmica, se le debe a ella. Sus frases percutivas gozan de gran popularidad; entre las que destaca especialmente el paso estrella: el paso de «Mamá China» (media planta derecha/ tacón derecho- media planta izquierda-tacón izquierdo), o equivalencia flamenca del Cramp Roll del Tap dance o Claqué, así como sus variaciones y, lo más importante, auque es maestra por excelencia de perfección en la técnica pura, su leitmotiv es más fácil de lo que nos puede parecer: «La esencia de una buena técnica está en la repetición, muchas veces, de los pasos que hemos aprendido y que tenemos a la mano».
La China, ha sido la co-creadora, junto a otros artistas, de las escuelas formales de flamenco en España, Argentina, Japón, Venezuela y otros países desde finales de los años 50 a los 70.
Donde nace la inspiración es donde se crean los sueños
La China, a menudo, compartía escenario y vivencias con un dios del Flamenco, Camarón de la Isla. Para aquel entonces era seguida por gran cantidad de público en la llamada «Era de oro de los Tablaos Flamencos». Críticos, aficionados y gente de poder político, militar, económico y social se rendían ante su presencia en los escenarios. Los medios de comunicación difundían la carrera de una jovencísima China, de cara muy dulce pero con pasión desbordante y que en las tablas se convertía en una bruja dueña de un fuego sagrado. La China se transformaba en fuerza en estado puro que provocaba catarsis para quien la observaba. Hoy, convertida en una sólida maestra, nos desvela su origen desde sus propias entrañas.
¿Qué tiene el flamenco que le diferencia de otras artes?
El flamenco es una expresión artística que rompe el silencio del corazón y desnuda el alma. Más allá de la ejecución del artista, es un estado de ánimo que se manifiesta por el sonido, la destreza y la energía.
Cuando haces referencia al estado de ánimo, ¿te refieres a términos de actuación?
No, en eso el flamenco es sui generis. En el flamenco auténtico no hay expresión dramática estudiada como en otros estilos de danzas o artes escénicas. El bailaor tiene una vida propia como cualquier persona durante el día. Luego, esa vivencia cotidiana toma forma en el escenario convertida en arte y se le entrega al público de forma muy intensa.
Llama la atención que entre los grandes y genuinos artistas de flamenco hay carencia de divismo. Los distingue un «sello» que los aleja de otros terrenos artísticos y disfrutan las mieles del día a día sin grandes pretensiones. En ese punto es incuestionable la herencia de los gitanos del Rajasthan…
El artista puro de flamenco es de naturaleza humilde, sensible y respetuoso de la dignidad humana. Tiene un tipo de fuerza que sale de las entrañas. Si esas cualidades existen y se expresan con autenticidad, el público las percibe. Un artista no es grande por casualidad.
¿Cómo comienza tu vida en el flamenco?
A los tres años, junto a mi madre. Desde entonces tuve una intensa formación en Ballet Clásico, Ballet Clásico Español y bailes regionales. Igualmente estudiaba Teoría y Solfeo y vocalización. A los doce años tenía mi título en el Conservatorio, siendo una de las graduadas más pequeñas de aquel entonces con autorización para ejercer como profesora de Clásico Español.
¿En qué momento sentiste que te entregarías a la danza y, concretamente, al flamenco?
A los nueve años tenía claro el camino que iba a seguir. A los trece años comencé a enseñar. La elección no fue nada difícil ya que entre los tres y trece años viví a diario con un par de zapatillas de Ballet en una mano y con un par de zapatos de Flamenco en la otra.
A la par que una temprana vida artística profesional, su vida personal se fue construyendo con ladrillos de arte…
Me casé muy joven. Fui madre muy joven y me tocó luchar muy duro para salir adelante y tratar de armonizar mi vida familiar con una vida profesional muy intensa. Desde los dieciséis años comencé a recorrer el mundo. Las alegrías y las tristezas eran mis compañeras perennes. Siempre se alternaban. Por una parte estaba feliz de lo que estaba creando pero por otro sentía que era muy difícil de compaginar con lo que era mi razón de vida: la danza. Por eso doy tanta importancia al estado de ánimo en la interpretación. Cuando estaba contenta bailaba las «Alegrías» más alegres del mundo y cuando estaba triste, un Taranto, una Siguiriya o una Soleá. Aún hoy día, cuando bailo represento mi emoción, exploto mi esencia, que es mi verdadero yo. Con una guitarra y un cante yo vuelo y me siento como una paloma.
¿En qué lugar de tu alma reside esa fuerza que surge de tus entrañas?
En la enseñanza. Enseñar se ha convertido en mi fuerza, a la vez que en un símbolo de protección. Yo vivo y respiro por y para el baile y, en todos los momentos fáciles o difíciles, la enseñanza ha estado conmigo como un ángel guardián conteniendo mi propia fuerza y convirtiéndola en mi caparazón.
La China, a quien le brillan los ojos cuando hace referencia a esa faceta del arte, goza de un don extraordinario: es maestra por excelencia de los ritmos… Ritmos que magistralmente transfiere al trabajo de los pies, así que la buena fortuna nos acompaña para que ella nos acerque brevemente a ese fascinante mundo.
Tus discípulos se refieren a ti como «un cajón humano» de ritmos. ¿Qué es lo qué más te apasiona de esa especialización?
Los sonidos siempre me han llamado la atención y me encanta el trabajo con los pies. Hacer que suene un ritmo que nazca desde la planta y el tacón para mí es apasionante.
¿Qué nos puede decir acerca de la evolución de los fundamentos rítmicos del flamenco?
Todo está hecho en el flamenco. Lo único que ha cambiado es el orden dentro del sistema. Lo que antes era la base, hoy se ha convertido en el contratiempo o síncopa. Ha crecido musicalmente y se le han dado variaciones rítmicas, pero el trabajo de los pies es el mismo de siempre. Esta riqueza musical actual se la debemos a Paco de Lucía desde el momento en que empezó a introducir instrumentos como el cajón. Se abrieron nuevos horizontes experimentales, por ejemplo, se empezaron a mezclar los tiempos. Hace cincuenta años eso era impensable. Al igual que la estética del baile, en el que se usaban más los brazos y los pies tenían poca relevancia.
¿Cómo podrías comparar ese baile de hace cincuenta años con el baile actual?
Antes se bailaba más con el alma. Hoy eso se ha perdido. Ahora los bailaores dan más importancia a los pies y no se paran. No se detienen a escuchar el cante, que es el corazón del flamenco.
Es importante esta reflexión. La maestra emblemática de los pies en el flamenco, advierte sobre ello. Significa mucho.
La idea es que no se desvirtúe la raíz, aunque cambien los tiempos. Aun cuando mi debilidad es la expresión rítmica de los pies, no dejo de reconocer que el protagonista del flamenco es el cante. Desde siempre, he respetado las dos caras del flamenco. Por una parte escucho los acordes de una guitarra y el desborde del cante, a los que me uno en la interpretación. Sentir que desaparezco como una persona y me convierto en una paloma volando libremente en el cielo de los sentimientos, con fuerza, con carácter. Por otra, me convierto en música, desplegando las composiciones rítmicas con los pies. En la actualidad, casi siempre nos quedamos con las ganas de ver que se baile al cante; a la copla. Ahora mismo se observa un desespero general porque se termine el cante para poder meter los pies.
¿Cuál es el papel fundamental del ritmo y del oído musical en este contexto?
Para bailar flamenco hay que tener un buen oído musical. El ritmo es el sistema óseo del baile flamenco. Conocerlo y encajar en él, es difícil pero no imposible, pues haga lo que haga el bailaor debe resolver todo, técnicamente, dentro de unas cuadraturas en una especie de «caja» llamada compás y para eso existen las clases. Todo necesita de un trabajo diario y las correcciones pertinentes, siempre y cuando sea desde la actitud y el conocimiento de lo que se quiere en la vida.
¿Cuáles son los ritmos que básicamente todo bailaor de flamenco debe manejar?
Es muy difícil encasillar a todos en el manejo común de los mismos ritmos o palos, pero en general, todos deberían tener como base a las Bulerías, los Tangos y la Soleá. Las Bulerías por su compás. De hecho sepan o no sepan bailar, todos los que se acercan al flamenco desean hacerlo. También los Tangos, aunque matizo que hoy día debería ser más interpretado por los hombres. Actualmente los hombres los bailan menos, posiblemente por el tabú que hay sobre el movimiento de caderas en los hombres en el mundo del flamenco, lo cual me parece que es un gran error. Opino que un buen bailaor, hombre o mujer, debe saber mover bien cada parte del cuerpo, desde los pies a la cabeza. Quien lo hace, puede ser considerado un bailaor «completo». Y finalmente, la Soleá, pues allí es donde se descubre el bailaor genuino. En su toque y cante desgarrado hace que todo se vea. Si se hace bien, excelente, pero si se hace mal, advierto que desnuda más al intérprete que cualquier otro palo.
¿Cuáles son los palos con los que te identificas?
Con la Soleá, el Taranto y la Siguiriya, por mi forma de ver la vida.
¿Cuál es el consejo más importante que das a tus alumnos?
Tener la actitud y, sobre todo, el amor que hay que tener a esto, pues es lo que realmente motoriza la entrega hacia el propio enfoque, hacia lo que se desea en la vida. Yo, que estoy en este mundo de la danza clásica y el flamenco desde que era casi un bebé, un día tuve que decidir entre continuar con esto o no. Fue mi propia decisión continuar.
El día que crea que todo lo aprendí, ese día comenzaré a morir poco a poco
Es acerca de lo que quiero que estén conscientes mis alumnos y que sepan que todo requiere un compromiso serio. Muchos de mis alumnos que hoy brillan en grandes escenarios decidieron ese camino por su voluntad, dejando horas de esfuerzo, de trabajo y sudor en el estudio. Sabían que para, al menos, intentar llegar, tenían que pasar por muchas horas de aprendizaje y sin bajar la guardia. Siempre digo que los alumnos entregados, tarde o temprano, son recompensados. Hay quienes, aún destacándose como figuras, no dejan de aprender: cualquier conocimiento obtenido les parece poco. De hecho, el arte deja de crecer como arte si uno ya cree que lo sabe todo. El día que crea que todo lo aprendí, ese día comenzaré a morir poco a poco.
¿Y para quienes tienen intenciones de desarrollarse en la docencia?
Que el maestro no es maestro sin el alumno. Mi experiencia personal me hace consciente de que me alimento del alumno. Todos tienen su valor, desde el principiante al más avanzado. El maestro aprende del alumno. Por ejemplo, llega un alumno por primera vez y hace un movimiento casualmente y ahí está el maestro, para verlo y luego darle forma.
Además, el aprendiz es la piel en la cual se perpetua tu trabajo. En todo caso, mi mayor consejo para quien se dedique a la enseñanza es que lo haga con honradez y dignidad, propia y hacia el alumno.
La China, con la humildad de los grandes, termina diciendo y animando a todo el que quiera cumplir su sueño:
No hay una poción mágica para la autorrealización en el flamenco. Solamente se consigue con trabajo, constancia, esforzarse por hacerlo bien, comprometerse con lo que se hace, luchar por lo que se quiere a pesar de las adversidades y, sobre todo, llenarse de baile. ¡Mucho baile!
A través de numerosos años, en estudios y escuelas de danza de todo el mundo, de este a oeste, de norte a sur, se han escuchado estas piedras preciosas de la China que hoy recogemos:
A los que bailan:
«Nunca olvidéis que después del baile hay mucho más, que es el reír… el llorar, como la vida misma».
Como artistas:
«Ser honestos con nosotros mismos».
«Los recursos de expresión del bailaor o la bailaora son el movimiento y la actitud a través de la danza. Cada uno tiene su forma de expresión. Lo importante es tener algo que decir».
«La actitud es trascendental, así como las ganas. Ello puede convertir un movimiento por muy sencillo que sea, en algo espectacular».
«La estética es la representación del sentimiento más puro extraído del ser humano a través de la belleza arte».
«Donde nace la inspiración es donde se crean los sueños «.
El sol brilla más en los días en que uno se encuentra con grandes maestros que, además de serlo en su especialidad, son maestros de la vida y parte de la historia. En el caso de la China, grandes sacrificios se han convertido en grandes recompensas. Entiendo a la palabra sacrificio como sacro o sagrado: hacer renuncias por algo que tiene gran valor en la vida de un ser humano.
Si hoy día el Flamenco ha llegado a ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad es gracias a La China y otros artistas que, como ella, han engrandecido el género, haciéndolo el heredero más poderoso y estelar de las danzas gitanas.
La China, maestra entregada, dura y exigente en la misma medida en que muestra amor por el alumno. Es una viajera incansable ha llegado, sin embargo, al lugar más deseado y de difícil acceso: al corazón del alumno agradecido. Mujer sensible a las causas sociales, el dolor humano y animal, que siempre tiene tiempo para saber de todos los que la rodean.
Esto nos hace reconocer en ella la sensibilidad propia del artista puro y ubicarla donde pocos tienen cabida: el Olimpo de las artes.
Y, si bien fue signada por la danza desde su nacimiento, ella misma dio luz a una criatura que más tarde se convertiría en un maestro, creador de técnicas y metodología pedagógica, artista y coreógrafo de reconocimiento mundial. Nos referimos a Adrián Galia.
«Por sus frutos lo reconoceréis» reza el Nuevo Testamento. He aquí al hijo y discípulo de la maestra legendaria y protagonista de nuestro viaje al flamenco dentro del recorrido por el universo gitano:
Encuentra más información sobre las danzas gitanas en UNIVERSO GITANO.
One Response to “Entrevista a La China, maestra legendaria del Flamenco”
15/11/2013
TaniaBuenísima entrevista. No vengo del mundo del flamenco pero la sabiduría que se respira en sus palabras es de oro. Un abrazo y comparto (citando fuente).