Por Larissa Vesci.
Dedicado a todas las mujeres que quieran conocerse más e identificarse con su propia estrella desde la sabiduría de sus «diosas» interiores, las mismas que son el reflejo de los rostros femeninos de la Divinidad de todos los cielos del planeta; así como a los hombres que consideren valioso el hecho de descubrir un poco más acerca del único misterio que ninguno ha logrado descifrar desde el principio de los tiempos. Un misterio llamado MUJER…
Hace muchos años, en medio de una crisis familiar por causa de la dolorosa enfermedad y posterior fallecimiento de uno de mis dos hermanos menores, observaba como mi madre, triste y desolada, encontraba un agujero en el tiempo para mostrarse bella, impecable y acicalada durante todo el proceso del hospitalización de su hijo… Cuanto más se acercaba el día final, más serena y perfectamente arreglada se presentaba ante él. Cuando finalmente llegó el momento de su partida y, estando ella más derrumbada aún en medio de tanta tribulación, buscaba el tiempo para embellecerse.
…aprendí que se puede sentir un dolor profundo en el corazón y, sin embargo, estar bella.
Yo, algo sorprendida y con la ingenuidad propia de una adolescente le recomendé: «Mami, quédate tranquila, libérate, cierra las puertas de la casa, viste con una bata todo el día, llora, come todo lo que te provoque, duerme mucho y no pierdas el tiempo en cuidarte tanto. Vive tu duelo en paz.». Ella, con el alma destrozada de quien es protagonista de las veces en las que las aguas de la naturaleza deciden invertir su curso lógico, viendo morir a una de sus criaturas y no lo contrario, sin inmutarse me respondió: «Hija, las mujeres tenemos dos caminos. Uno es cuidarnos y sacrificarnos para después sentirnos bien y el otro es entregarnos al descuido y, en consecuencia, al largo plazo sentirnos mal. En todo momento de la vida siempre tendremos que elegir una de las dos opciones. Si bien a veces dudo y siento la tentación de entregarme al abandono y hago lo que me dices, ¿cómo crees qué me voy a sentir conmigo misma cuándo pase el duelo natural del luto?«. A partir de entonces esta reflexión quedó marcada en mi vida. En tanto comenzó un período de ruptura de paradigmas tales como el del proverbial mito de «la viuda alegre», entre otros. Tempranamente aprendí que se puede sentir un dolor profundo en el corazón y, sin embargo, estar bella.
Inmediatamente después de esa experiencia surgió un dilema casi existencial. Era el momento en que me tocaba escoger una carrera universitaria. Ello se convirtió en una confrontación interna desde el punto de vista personal, así como fuente de tensión familiar. Por una parte estaba mi vocación. Por otra, la posibilidad de elección dentro de las opciones que, a corto plazo, ofrecía el mercado laboral de aquel entonces, lo que significaba que habría de llevar a cabo una elección pragmática que respondiera a las estadísticas inherentes a tal circunstancia y, obviamente, a un mínimo de aptitud por mi parte ante la carrera que decidiera escoger en ese momento y, por último, y la más importante para mis padres (siendo yo la única hembra, sobreprotegida y mimadísima hija de un brillante militar de alto rango y de una de las más bellas y elegantes damas y «Señoras de…» de mi ciudad, quien siempre combinó -haciendo malabarismos, a mi entender- su carrera como psicopedagoga y profesora de primaria con su hogar) que era la de optar por el estudio de una carrera profesional «flexible», y que me permitiera desarrollar exitosamente la delicada labor de ser futura esposa y madre.
Tomando en cuenta que, desde los inicios de mi adolescencia tuve como fin último ser una «mujer exitosa«, no me quedaba otro remedio que seleccionar la mejor opción para ser esa mujer exitosa que siempre soñé ser. Al respecto recuerdo, como si fuera ayer, una de las tantas sugerencias que recibí, de una mujer que fungió de mentora, quien fue mi primera jefe cuando yo trabajaba en una empresa multinacional y a quien yo admiraba mucho. Me refiero a una dama bella, de apariencia impecable, sin hijos, con libertad, poseedora de una carrera brillante, siempre en ascenso, con una situación económica holgada por causa de sí misma y que, además, era perteneciente a una de las familias más adineradas de mi pais. Constantemente me decía: «Larissa, tienes que desarrollarte y ser la mejor en tu especialidad. Recuerda esto: las mujeres que no se realizan en el contexto de una carrera importante terminan siendo infelices y amargadas«.
Así pues, inmersa en un maremágnum de opciones, fórmulas y recomendaciones para ser una mujer exitosa desde muy jovencita, me preguntaba a mí misma antes de dormir: «¿Cómo hago para hacer una carrera excelente, con permanente ascenso; ser agradable físicamente; conseguir un esposo solvente y saludable, con una carrera estable, exitoso, qué sea un amoroso padre de mis hijos e infalible protector de su mujer; que me guíe y proteja, a la vez que me dé independencia y seguridad económica, contrate una ayudante en las labores del hogar, me permita ir a mi segundo hogar desde que tengo 14 años: el «salón de belleza», me dé independencia para sumergirme en el desarrollo de «mi otra vida»: la danza, al margen de una carrera «normal», así como darme posibilidades para explorar otras aptitudes con sello «talento innato» y que anualmente me regale unas merecidas vacaciones y, por supuesto, me haga feliz en todo momento?».
No se puede ser Hera, Atenea y Afrodita a la vez.
Creo, muchas lunas y soles después, que no hice más que invocar inconscientemente a la «Manzana de la discordia«. Con el tiempo aprendí que no se puede ser Hera, Atenea y Afrodita a la vez. Dicen que la ignorancia es atrevida y… ¡cómo he pagado tal atrevimiento! Desde muy temprano una voz proveniente del inconsciente colectivo me recordó que esa batalla de egos divinos la ganó Afrodita. No obstante, para llegar para capturar la parte esencial de Afrodita, a la cual había sido predestinada, había que pasar muchas pruebas. Desde el extraño mestizaje entre la mortal Psique y la materia prima de Perséfone con el que vine al mundo, hasta el punto exacto en el que me encontré con la emboscada del destino: ¡Con cuántas caras de Afrodita me he topado desde entonces! No ha sido precisamente la «Guerra de Troya» lo que he conseguido en las extrañas redes de las moiras, pero sí una auténtica peregrinación hasta toparme con el sueño estigio en medio de la propia tierra natural de la bella entre las bellas… La misma que arma los escándalos en el Olimpo a la vez que hace que todas las flores crezcan a su paso, en medio de sus andares…
Fin del Capítulo 1 de Arte y Femineidad: la danza de la Diosa.
Índice de «Arte y Femineidad»:
Capítulo 1: Ruptura de paradigmas.
Capítulo 2: Preparando la fórmula de «mujer de éxito».
Capítulo 3: A punto de conseguir la fórmula secreta del éxito.
Capítulo 4: Arquetipos femeninos: Deméter y Perséfone.
Capítulo 5: Arquetipos femeninos: Hécate y Hera.
Capítulo 6: Arquetipos femeninos: Atenea y Artemisa.
Capítulo 7: Arquetipos femeninos: Hestia y Afrodita.
Capítulo 8: Es posible ser la mujer exitosa que queremos ser.
Capítulo 9: Los 5 Reinos Mutantes.
Capítulo 10: Los 5 reinos mutantes: Reino del Agua.
Capítulo 11: Los 5 reinos mutantes: Reino de la Madera.
Capítulo 12: Los 5 reinos mutantes: Reino del Fuego.
Capítulo 13: Los 5 reinos mutantes: Reino de la Tierra.
Capítulo 14: Los 5 reinos mutantes: Reino del Metal.
Epílogo: Entre Diosas y Reinas.
3 Responses to “La danza de la Diosa I. Ruptura de paradigmas”
30/05/2012
Eugenia CarrilloLarissa, qué bonito, qué bueno, qué belleza, qué lectura tan agradable, llena, plena, entretenida, sabia, me ha encantado, te mando mil besos, y espero poder seguir representado en danza tu precioso poema de Afrodita, me pareces una fabulosa escritora, muy grande. Recibe un enorme abrazo.
25/05/2012
LeonoraQue bella y hermosa eres Larissa, es lo único que me sale decirte despues de leer estas hermosas, reflexionantes y profundas palabras de análisis retrospectivo de tu propia experiencia y que antecedente tu presente lleno de exitos, porque el exito es ser feliz en lo que uno verdaderamente quiere hacer con su vida. Me sentí TAN IDENTIFICADA con tu etapa de adolescente que se me anudo la garganta… Te mando una gran abrazo desde la distancia y la cercania de tus palabras.. Leonora.
23/05/2012
DakinigemmaLarissa Vesci… estoy ahora mismo tan emocionada de leerte que me has dejado sin palabras y con unas preciosas lágrimas resbalando por mis mejillas. Sin palabras estoy, y muy emocionada de ver esta nueva sección abierta en Añil. Creo que ahora solo me sale un GRACIAS enorme. Ahora veo parte de tu grandeza de donde viene y cómo ha nacido. ¡Maravilloso leer esto! y espero que cada semana tengas muchos lectores/as que se dejen envolver por la esencia de la mujer, de las diosas, y de los dioses, en unos tiempos en los que todos parece que vamos por la vida sin pararnos a disfrutar de las pequeñas cosas, como es la lectura. GRACIAS.