Por Larissa Vesci.
Hoy dirigimos nuestra caravana a España para conocer al heredero más estelar de los genes gitanos de la danza oriental: el flamenco. Hoy, convertido en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, al igual que un primo hermano artístico, el Kalbelya, con quien llegó a ese altar de la cultura mundial un mismo día de 2010.
Antes de iniciar este viaje y en honor al mito más representativo de los gitanos de occidente, se me ocurre dirigir este paseo vestida de «Carmen«.
“ Sevilla es hoy en esto lo que conocemos lo que en la antigüedad fue Gades, nunca falta allí una venerable bruja gitana que prepare una «función», como se llama a estos bonitos espectáculos… Aquí el pasado triunfa sobre el presente, el baile que es muy semejante al «ghowasee» (Gawazy) de los egipcios y al «nautch» de los indios aquí se llama el olé y el romalis entre sus gitanos; el alma y la esencia de él consiste en cierta expresión del sentimiento, que no es ciertamente de carácter muy sentimental o correcto. Las mujeres, que parecen no tener huesos, resuelven el problema del movimiento continuo, disfrutando sus pies relativamente de un privilegio, pues todo el cuerpo forma parte en la pantomima y tiembla como la hoja del álamo…».
Richard Ford, «Las cosas de España».
Y… ¿QUIÉN ES CARMEN?
«… Sus ojos eran oblicuos, pero admirablemente rasgados. Los labios algo gruesos pero bien perfilados y dejaban ver unos dientes más blancos que las almendras despellejadas. Sus cabellos, quizás un poco ásperos, eran negros con reflejos azulados, como el ala de un cuervo, largos y relucientes…
Era una belleza extraña y salvaje, una cara que sorprendía al principio, pero que no se podía olvidar. Sus ojos, sobre todo, tenían una expresión a la vez voluptuosa y bravía, que
no he encontrado después en ninguna mirada humana. «Ojo de gitano, ojo de lobo» dice un refrán español».Don José («Carmen» de Prosper Merimée).
Carmen es una gitana que nace como hija literaria de Prosper Merimée, inspirada en un relato que le hizo la propia María Manuela Kirkpatrick, Condesa de Montijo y Teba, madre de la célebre Eugenia de Montijo y, por ende, suegra de Napoleón III. Carmen fue concebida en la idea durante la visita del escritor a España en 1830. Quince años más tarde le dio forma con las letras en una novela homónima que fue publicada en 1847. Posteriormente se convirtió en fuente de inspiración para una ópera de George Bizet del mismo nombre y que marcaría un antes y un después en el género.
La temática, ambientada en Andalucía, se basa en la narración de un arqueólogo francés acerca de un cabo llamado José, que arruinó su vida y su carrera por causa de una gitana llamada Carmen que se ganaba la vida cotidianamente como cigarrera y a ratos, como bruja y danzarina.
El inquebrantable deseo de libertad por parte de la gitana, materializado en infidelidad, la influencia nociva de la protagonista sobre José que, enamorado obsesivamente de la protagonista, se unió para complacer a esta a bandoleros, y los celos incontrolables del militar, tuvieron como desenlace el asesinato de Carmen en el momento en que ésta se unió a un torero (nombrado como Lucas en la novela de Merimée y como Escamillo en la ópera de Bizet).
Como vemos, el mundo de la literatura, música y danza oriental nos ofrecen un apropiado marco para dos musas, una orientada al este y otra al oeste. Scheherezade, cuyo entorno es una corte real, mira a la salida del sol y Carmen, criada en los márgenes de la sociedad, hacia el poniente. Si las dibujamos y coloreamos, la primera bien puede ser representada como un ángel, heroína de traje dorado salvadora de vidas y dadora de esperanza, empezando por la suya propia. En tanto, la otra, como un demonio de traje color rojo, que lleva al abismo todo lo que la toca. Una podría ser un cisne blanco y otra un cisne negro. Ambas viven al día con creatividad superviviente. La pasión, la sensualidad del sur, el carácter de España, sin duda, es el entorno idóneo para que allí haya florecido gran parte del gentilicio representado en esta mujer mítica que ha dado la vuelta al mundo y demostrado una faz del universo gitano en diferentes formas: literaria, musical, teatral y del séptimo arte. Y, ¿qué es lo que representa ese ser?
«Miraba yo por entre los barrotes de la cárcel a la calle y, entre tantas mujeres como pasaban, no veía ni una sola que valiese lo que aquel diablo de muchacha.
Y después, a pesar mío, sentía la flor de la acacia que me había echado y que, seca, conservaba aún su buen olor…
Si hay brujas, aquella muchacha lo era».Don José («Carmen» de Prosper Merimée).
Carmen, más allá del mito de mujer devoradora de hombres, encarna a la libertad como bien más preciado del gitano.
«…Quítenle a un gitano su carreta y tratará de hacerse sedentario, sus tradiciones sagradas y perderá la memoria, su lengua y quedará mudo, pero si le quitan la libertad, estará muerto… La libertad está por encima de todo: de ahí nace en el gitano su profunda y eterna alegría».
José León Cano («Gitanos, los magos de la libertad»).
En el año 1983, la versión de danza-teatro de «Carmen» se desarrolló paralelamente al cine. Inmediatamente después del rotundo éxito de la versión cinematográfica dirigida por Carlos Saura y protagonizada por Laura del Sol, Cristina Hoyos y Antonio Gades, este último cristalizó su proyecto teatral, obteniendo excelentes críticas.
Antonio Gades, que ha sido uno de los más destacados bailarines, creadores y coreógrafos del mundo decía acerca de esta mítica musa gitana:
«Carmen no era una mujer frívola… era una mujer honesta que cuando ama, dice que ama y cuando no ama, dice que no ama; es decir, una mujer libre. Carmen tiene un concepto de clase, no tenía propiedad privada sobre sus sentimientos. Cuando amaba, lo decía; y cuando dejaba de amar, también. Además tenía tal concepto de la libertad que prefirió morir a perderla».
Continuaremos nuestro viaje a través de las danzas orientales en el… UNIVERSO GITANO.
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