Por Larissa Vesci.
Se puede ser la mujer exitosa que se quiere ser. Todo es cuestión de saber «en qué».
Finalmente, de acuerdo a mi experiencia personal, lo que comenzó como curiosidad a la edad de nueve años: la lectura a escondidas de la mitología griega, siendo esta un tema tabú (tomando en cuenta que casi la totalidad de mi formación infantil y juvenil estuvo a cargo de monjas católicas) sumado a eventos inesperados, variedad de experiencias observadas en diversidad de mujeres adultas, así como sus fortalezas y debilidades en diferentes escenarios de sus respectivas vidas cotidianas que me indujeron a hacer reflexiones importantes y, afortunadamente, el acercamiento casual y fructífero a los arquetipos femeninos de acuerdo a la concepción de Carl Jung en un prestigioso centro de estudios astrológicos de la capital de mi pais de nacimiento, me llevó a definir una conclusión: Es imposible ser «la mujer perfecta». No obstante, se puede ser la-mujer-exitosa-que-quiero-ser. Todo es cuestión de saber «en qué«.
Según los planteamientos del citado psicólogo suizo una mujer puede ser poseedora de varios arquetipos. Ciertamente, se pueden observar ejemplos ilustrativos al respecto: Una mujer Hestia/Artemisa es la Madre Teresa de Calcuta. Por otra parte, la actriz Sofía Loren representa una elocuente mezcla de Afrodita/Deméter. La inolvidable Marilyn Monroe es un ejemplo representativo de Afrodita/Perséfone. En todo caso, la identificación con un arquetipo puede tomar protagonismo ante los otros y presentarse como tal en un contexto determinado y respondiendo a ciertos estímulos. Hay situaciones en que, ante la exaltación de un arquetipo, otros quedan visiblemente anulados. Así pues, tenemos a dos referentes de Ateneas puras: Hillary Clinton y Angela Merkel, quienes seguramente para el universo de mujeres Ateneas en la política o relaciones internacionales representan el paradigma de mujer exitosa. Este análisis podría llevarnos a una historia sin fin…
¿Acaso no nació la mujer, entre otras cosas, para ser amada y admirada?
También, partiendo de la creencia en el desarrollo del tema se puede llegar a otra feliz conclusión: la tolerancia para con otras y para con una misma. En consecuencia, una Afrodita que manifieste su naturaleza exuberante ante un público colmado de hombres, así como de mujeres identificadas con Hera, Atenea y Artemisa, no tiene por qué sentirse una culpable o vulgar ladrona que roba la mirada y atención del fuego de los hombres, ¿es que acaso no nació la mujer, entre otras cosas, para ser amada y admirada?
O una eficaz y eficiente Atenea no ha de ser catalogada como un fracaso como mujer de hogar cuando ante los ojos de una inquisidora Deméter es incapaz de dedicarse a tiempo completo en la preparación de exquisitos platillos, acomodar dobladillos de pantalones, acompañar a sus hijos a múltiples actividades didácticas o recreativas y pare de contar… ¿Qué sería del mundo sin las mujeres Ateneas?. Gracias a su ejemplo hoy día sabemos que podemos ser productivas, estudiar, alternar roles con cierta eficiencia, tener la posibilidad de desarrollarnos como mujeres sin tener que depender del hecho de «ser la mujer de…» o de ser más o menos importante por ser la madre de «tales o cuales hijos» y, esencialmente, dar testimonio de que cuando una mujer está determinada a hacer algo bien, lo hace «realmente bien».
Por otra parte, una Artemisa ante los ojos de un grupo de Afroditas no necesariamente ha de sentirse como un patito feo, rara o insípida, pues gracias a Artemisa sabemos que un sueño o un ideal puede convertirse en realidad y no necesariamente con la ayuda de legiones de machos que graviten a su alrededor. Para Artemisa un ser vivo es valioso e importante solo por existir. ¿No han sido acaso las mujeres Artemisas quienes han identificado, hecho seguimiento y luchado contra la violencia doméstica o a favor de la defensa de los derechos de las mujeres, niños y desprotegidos, basando su lucha no en la fuerza física sino en su intelecto e inteligencia, validez de argumentos, determinación en la práctica de sus creencias, perseverancia y fe en sus ideales?
Como añadido a la tolerancia para con nosotras mismas como mujeres también hallamos un valor agregado: LA LIBERTAD. Significa «la libertad de ser quien quiero ser». Así como hay la posibilidad de que existan varios arquetipos dentro de una sola mujer, existe obviamente la libertad de escoger conscientemente cuál es el que mejor va con una en determinado momento. Si algunos se han guardado por años y casi olvidado, no importa, siempre hay la posibilidad de buscarlo y encontrarlo.
Nunca es tarde para «sacar del armario» algo oculto, así que una Hera lastimada en su autoestima por haber sido abandonada por su marido y (para ella) sometida al escarnio público por causa de una evidente infidelidad, en vez de sumergirse en las aguas de la venganza, reproche o amargura, puede «vestirse» con ropaje de Artemisa, perseguir un ideal que quizás le permita obtener una experiencia real y completa y, hasta convertirle en una suerte de consorte abstracto…
O una inmadura Perséfone, ante la ausencia de una madre o figura de autoridad que maneje las riendas de su vida, puede buscar a una posible Atenea en su armario y hacer de un hobby o actividad anteriormente desempeñada con superficialidad un asunto serio manejado con disciplina, concentración, método y perfección artesanal, hasta poder convertirla en algo productivo.
Tal vez el caso de una vacía Deméter que, «abandonada» por sus hijos con el fin de partir a la aventura de ser adultos, podría sacar a su Hécate del armario y dejarse conducir hacia un estado de transformación al que ella es capaz de acceder sin temores ni culpabilidad y transitar así por nuevas formas de experiencias creativas ajenas a los aspectos inherentes a la maternidad biológica propiamente dicha. Por ejemplo, ella puede optar por el desarrollo de oficios artesanales o actividades de crecimiento personal o espiritual.
O el caso de una Atenea en etapa de jubilación, puede vestirse de Afrodita y acceder a actividades que había dejado en estado latente como las artes plásticas, la danza o la música.
O una Afrodita despechada y cansada de sus vaivenes amorosos y complicados podría vestirse de Hestia y buscar un equilibrio interno, llevando su creatividad y naturaleza estética a un estado de instrospección y, en la soledad de su hogar, dedicarse en exclusividad a éste y encender el «fuego que alegra a los corazones de los dioses», aquel que con incondicionalidad, alegría interior, cierto conformismo saludable y realista, solo Hestia sabe encender.
El simple hecho de haber nacido mujer ya ofrece a la mujer la posibilidad de ser exitosa.
El simple hecho de haber nacido mujer ya ofrece a la mujer la posibilidad de ser exitosa: todo depende de elegir conscientemente en qué escenario quiere serlo, tomando en cuenta la propia escala de valores, circunstancias, realidades y contexto social como referencia para tal elección.
La femineidad es como un armario en el que se observan muchos trajes; un espacio de donde libremente se pueden escoger uno o varios y, una vez seleccionados, tal y como sucede en el acto de vestir un traje, es importante el hecho de ajustar la talla, adaptar el modelo, combinar los elementos de forma coherente, agregar accesorios y, muy importante, impregnarle un sello propio y para eso.. ¡¡hay combinaciones de combinaciones!!
Sabemos que siempre habrá un hijo para ser criado, atendido o amamantado; un sueño para ser perseguido; una labor por hacer con perfección y excelencia; una familia a la cual aglutinar y dar calor; un enfermo a quien curar; un hombre creador y luchador al cual servirle de descanso e inspiración; una realidad por descubrir; un consorte al cual acompañar en su obtención de logros; una historia que transformar o unos «panes que multiplicar» y, en cada una de esas situaciones, seguramente estará presente y dispuesta una mujer para cumplir un papel (o varios) y, si así lo desea, llegar a hacerlo de forma exitosa. Estoy convencida que ser mujer es un arte, con muchos colores y matices y, que esta complejidad de opciones que escoger, densidad, misterios y estilos propios del hecho de ser mujer se pueden resumir en dos palabras sutiles, suaves y delicadas, ¡¡pero muy contundentes!!: ARTE Y FEMINEIDAD.
Índice de «Arte y Femineidad»:
Capítulo 1: Ruptura de paradigmas.
Capítulo 2: Preparando la fórmula de «mujer de éxito».
Capítulo 3: A punto de conseguir la fórmula secreta del éxito.
Capítulo 4: Arquetipos femeninos: Deméter y Perséfone.
Capítulo 5: Arquetipos femeninos: Hécate y Hera.
Capítulo 6: Arquetipos femeninos: Atenea y Artemisa.
Capítulo 7: Arquetipos femeninos: Hestia y Afrodita.
Capítulo 8: Es posible ser la mujer exitosa que queremos ser.
Capítulo 9: Los 5 Reinos Mutantes.
Capítulo 10: Los 5 reinos mutantes: Reino del Agua.
Capítulo 11: Los 5 reinos mutantes: Reino de la Madera.
Capítulo 12: Los 5 reinos mutantes: Reino del Fuego.
Capítulo 13: Los 5 reinos mutantes: Reino de la Tierra.
Capítulo 14: Los 5 reinos mutantes: Reino del Metal.
Epílogo: Entre Diosas y Reinas.
One Response to “La danza de la Diosa VIII. Es posible ser la mujer exitosa que queremos ser”
12/07/2012
GemmaLa palabra que me sale ahora mismo del corazón es AGRADECIMIENTO. Gracias Añil y gracias Larissa Vesci por esta maravilla. Me ha fascinado, encantado, interesado, culturizado, me ha hecho pensar y soñar. Encantadora redacción que engancha de principio a fin.