Por Zuel.
Imagina una carreterilla que discurre entre montañas desérticas, tortuosa y sin más señalización que una línea continua que nunca acaba. Apenas caben dos coches en ella. A los conductores de aquí les encanta picarse entre ellos, y alcanzan altas velocidades en los peligrosos adelantamientos que a todos nos ponían el corazón en un puño. Los accidentes son frecuentes… Bienvenido al Sinaí.
Por si llevásemos pocos kilómetros en el cuerpo, nos esperaban unas tres horas de pésimo camino hasta el monte Sinaí. Era de madrugada y se hizo bastante largo.
Miles de peregrinos llegan allí cada noche por muy diversos motivos: religiosos, turísticos… y se ve gente muy diferente y de muchos lugares del planeta que, como nosotros, se pegan la paliza de peregrinar hasta la cima para ver nacer al sol desde el lugar donde Dios dio las tablas de la ley a Moisés.
El ascenso a la montaña no es que sea duro, pero cuesta, y se hace de madrugada. Son tres horas caminando y algunos sitios son más escarpados que otros. Hay dos caminos. Uno más largo y más cómodo, que es el que prácticamente todo el mundo hace, y donde hay paradas para descansar y compartir té con los beduinos, además de camellos que hacen el camino por ti si no quieres o puedes caminar más. El camino más corto es el camino del “Arrepentimiento” que consta de 3750 escalones (muy hermosos, por cierto). Si coges ese camino te arrepientes fijo. Los últimos 750 escalones son comunes a ambos caminos, y también te invitan a arrepentirte. Cuando parece que estás llegando a la cima aparece un tramo más, y cuando acabas este tramo aparece otro, y otro, y otro…
Es precioso cuando llegas a la falda del monte Sinaí, junto al monasterio de Santa Catalina, pasas el dudoso control de seguridad para el que has tenido que esperar una eterna cola y ves una hilera serpenteante e interminable de linternas en la oscuridad del paisaje.
De vez en cuando se oyen cantos religiosos y es admirable ver a personas mayores que llegan a la cima con una fe increíble.
Una vez en la cima Marisol y yo pensábamos que íbamos a disfrutar de un momento romántico donde todo el mundo contemplaría el espectáculo, místico o no, con admiración y respeto. Jaja, que ilusos. Aquello era un jolgorio de gente gritando, peleándose por coger sitio y dando codazos para sacar una foto. «¡Mantas, caramelos, pipas!». Nosotros nos acurrucamos y tratamos de ignorar todo lo que nos rodeaba para poner algo de magia al momento.
Fue muy sorprendente como salió el sol y medio minuto después estábamos solos en la cima. Esta gente se había pasado tres horas caminando a oscuras para hacer una foto y volver a bajar sin detenerse a disfrutar del paisaje. A nosotros nos vino muy bien porque hubo así algo de silencio y nos quedamos un buen rato respirando y contemplando.
Luego a la bajada nos equivocamos de camino y bajamos por el del Arrepentimiento… Es muy bonito, y hay partes en las que los beduinos adornan el paisaje colocando piedras a modos de esculturas por todos sitios. Da la sensación de que van a aparecer duendecillos de un momento a otro.
Tradicionalmente se cree que aquí fue donde Moisés recibió las tablas de la ley, pero parece que no es del todo cierto. El auténtico monte Sinaí está en zona militar y no se puede acceder a él. Recordemos que hasta hace unos años la península pertenecía a Israel y ahora, que forma parte de Egipto, sigue siento territorio tomado por los militares.
One Response to “Amanecer en la cima del Monte Sinaí”
17/10/2010
Marisol¿Seguro que fueron sólo tres horas caminando…? uuuuuffffff… Lo recuerdo como si hubiesen sido muchas más…
Fue una experiencia impresionante, por todo lo que cuentas, y por lo que quedó sin contar.
Reconozco que cuando vi que éramos cientos de personas subiendo al mismo tiempo, en mitad de la noche, y de todas las edades, pensé que aquello sería menos exigente. Ahora bien, volvería a hacerlo sin dudarlo .
…La oscuridad de la noche, los camellos caminando al lado, la sensación de esfuerzo real en las piernas, la pelea contra la posibilidad de caer dormida en cualquier momento, los «¿y esto no acaba nunca…?», la ascensión que parecía no tenía fin, la luz del amanecer que nos anunciaba que aquello iba a ser realmente espectacular…, Y después…la sorpresa maravillosa de ver el lugar al que habíamos llegado, rocas increíbles rodeándonos por todas partes, el sol naciendo delante de nuestra nariz… allí mismo… que parecía que podríamos tocarlo con la mano… La manta que de manera improvisada nos acurrucaba para hacer aquel momento aún más especial. No cambiaría nada de aquel momento.
Eso sí… si hacéis esta excursión aseguraos de llevar un buen calzado y pilas para la linterna…